LLEVO unos
cuantos días sin dormir las horas que reglamentariamente dicen ser necesarias,
bueno, más que unos días, algunos meses. Es un pozo donde he caído y he de
salir como sea. Los pozos como ciénagas que suelen ser estrechas y hondas sin
tener dónde agarrarse, unos peldaños para meter el pie y que sirva de escalera,
o al menos, unas piedras salientes de su perfil que formen esa escalinata. Con
este panorama, sólo me queda pedir socorro para que alguien desde fuera,
escuche mi grito y me ayude a salir de aquí.
Soy de esos que no se ríen con
los chistes fáciles que alegran la vida de tanto payaso. Sin embargo, aprendí
desde niño a sonreír, a doblar ligeramente el labio superior cuando algún hecho
lo ha merecido. Siempre ha estado conmigo aquella máxima que decía A carcajadas se destruye el mundo y con una
sola sonrisa se construye.
Y te quiero a ti así, aunque no
te rías y aunque llores, aunque estés alegre y seas el organizador de una gran
fiesta, aunque ofrezcas tu amor a todo el mundo o incluso, aunque seas un
asesino. Así te quiero, tal como eres, porque siempre te encuentro cuando te
necesito, porque me has dado todo tu conocimiento y sabiduría sin esperar nada
a cambio, como son los amores verdaderos. Y también, porque he recorrido todos
tus laberintos para sufrir juntos esta condena que llamamos vida, pero que los
dos juntos la estamos convirtiendo en felicidad. Saber que de esos laberintos
escapamos y seguiremos escapando, sólo es cuestión de mantener nuestra alianza.
¡Te amo tanto!
¡Con todas mis fuerzas! Y quiero que lo sepa todo el mundo. Tú eres mi apoyo y
aventura diaria, mi consuelo en los momentos de dolor, mi ilusión cuando suelo
soñar contigo, mi dulce despertar con aroma de café al levantarme de esta cama
que pretende mantenerme horizontal como a los muertos.
Te quiero,
sí, como nunca te he querido, como jamás quise a nadie y, aunque hay amores que matan, como suele decirse, yo añadiría a esa
frase tan rehecha… que matan el hambre,
porque desde que te conocí y me enamoraste, apenas siento apetito, estoy satisfecho
con tu sola presencia.
Mi amor grande
eres, como un iceberg flotando en las aguas y capaz de albergar bajo su nivel,
el mayor volumen de amor que pueda caber en los corazones. ¡Dios, qué metáfora!,
comparar nuestro amor con un témpano de hielo, pero así es. Así somos, fríos
juguetes del tiempo que mueren por amor como Desdémona.
Eternamente te estaré agradecido
por haberme salvado de aquel pozo tan profundo, cuando nadie oía mis gritos de
auxilio y tus ladridos trajeron a quien me echó la cuerda del milagro, esa
cuerda a la que pude asirme. Mi buen amigo, mi bien amado que todas las noches
duerme a mi vera, mi pequeño “Cuqui”, mi buen perrito faldero...
Por algo te conocen como el mejor
amigo del hombre...
Badajoz, 09
de octubre de 2012
© Cosme López García
No hay comentarios:
Publicar un comentario