Nocturno y lluvia

Nocturno y lluvia. (Paisaje urbano. Óleo sobre lienzo. Cosme López García).

domingo, 27 de febrero de 2011

HOMENAJE A LA POETA ESTRELLA DONCEL






     EL CALOR DE UN APLAUSO

[En la Despedida de la poeta Estrella Doncel]

Despedimos en verso con licencia
de poeta marcial y nunca olvidada
la estrofa de mujer enamorada
curtida en lides de la gran paciencia.
Recitando el poema
"El calor de un aplauso"

Dejaste ya la flor de tu existencia
en la madura estancia de elegía,
y el trazo de una vida que es la esencia
del tiempo pasado día tras día.

Todo un mundo de buena ortografía
junto a la firma de tus opiniones,
maneras y gestos en compañía
de siempre y muchas sanas intenciones.

Hoy sentimos latir los corazones
y nos duele que una amiga se vaya,
es el pulso del alma en emociones
por el dolor de una cruz y una raya.

Donde fueres llevarás la alta talla
que anida en la luz de tu buena Estrella:
bajo el calor de este aplauso se haya
¡la sentida rima de tu poema!



     ¡HASTA SIEMPRE COMPAÑERA!

               [A Estrella Doncel Pacheco]

Tú sabes los caminos transitados de la Historia
escrita con mayúscula y en molde acontecida.
Tenías a Extremadura en tu cabeza metida
Recitando el poema
¡Hasta siempre compañera!
y hoy te despide entre algodones de gloria.

Hubo muchos cantos y poemas que en Victoria
todos coreamos con buena vecindad,
y algunos andamios que sabemos de memoria
subir sin cansancio para caer en la amistad.

Porque estas cosas han sido siempre la sal
que nos ha llenado el alma, son quimeras
estos muros y museos de la amada ciudad:
Badajoz caminando tu figura a nuestra vera.

Hoy quedamos huérfanos los pacenses poetas,
tu silencio nos rompe el corazón almidonado,
–y no queremos callar–, ¡nunca callados!
para siempre recordar con alegría tu presencia.

Nostalgia por tu partida, inesperada ausencia,
–sabemos del dolor los que escribimos congoja–
y por eso lloramos sobre la piel del poema
¡lágrimas de sal y del salitre… esponja!


                                                                © Cosme López García

jueves, 10 de febrero de 2011

QUÉ SERÁ DE Mí

Algunas veces pienso en no llenar
el depósito de gasolina de este coche,
y dejarlo en una esquina para ver
cómo le salen pústulas de óxido poco a poco,
y no sentir en el tuétano de mis huesos
En el Gran Café Victoria.
(14 de mayo de 2010)
esta comodidad de artificio que ya es chatarra inútil.

Tal vez mi deseo hubiera sido
arrojar el teléfono inalámbrico
al cubo de la basura o mejor aún,
este móvil cancerígeno dejarlo caer por gravedad
en la taza del WC para que se ahogue
y ya nunca suene sin mi permiso.

Sueño que de este cajero automático
algún día saldrá una mano negra y gigante
capaz de arrebatarme la tarjeta de crédito;
por ahí, por la minúscula ranura de donde
también esa mano se lanzará contra mi cuello,
y prescindir para siempre de tanto bienestar plastificado.

Desde mi sillón relax amortiguado y limpio
contemplaré esta caja tonta de anuncios
y programación basura, sólo espero que algún día
le caiga un rayo en armonioso atino,
y desvelarme con un libro entre las manos
aunque no me caiga bien el autor de su escritura.

Desfilarán ante mi presencia relojes de pulsera
que me cuenten hacia atrás los minutos,
y despertaré desconociéndome, amnésico,
apenas un atisbo de conciencia en el momento actual
que sucede a otro instante ya olvidado,
y convertirme así en el monstruo alado del propio tiempo.

Qué será de mí sin aquel coche confortable,
sin el teléfono y la tarjeta de crédito a mi nombre,
qué será de mí sin aquella televisión del demonio
y sin aquellos relojes de pulsera acelerando mi vida,
En el Gran Café Victoria.
(14 de mayo de 2010)
qué será de mí sin estas cosas cotidianas,
qué será de mí cuando pierda este manjar de abundancia.

Mientras los labios de la mujer que amo
sigan rozándose con los míos,
no me importará perder los nervios
y destruir las ligaduras que me tienen atado,
prisionero de objetos inútiles donde resido
infeliz y verdugo ante un espejo ya amarillento.

Qué será de mí cuando todo muera,
cuando ya no exista nada en los cajones
de esta cómoda incómoda al lado de mi cama,
qué será de mí si alguien me robara los sueños,
si un espectro se produjera todos mis deseos
y me depusiera en la eterna soledad cautivo.

¡Qué será de mí!...

                                                                              © Cosme López García

miércoles, 9 de febrero de 2011

SONETO EN SAINETE SOSTENIDO

(Para Alberto González, quien me saetea a sonetos)


Un soneto en sainete sostenido
Recital en el Café Victoria
persiste con la broma de la dieta,
contesta al bombardeo de saeta,
sonríe a lo servido por comido

y es tanto el empeño revivido,
que por rumiar se rima hasta la jeta
sin cambiar como cambia la veleta
el rumbo del carácter decidido.

Yo soy quien era, el que fui sigo siendo,
y a pesar del hambre y tanta verdura,
está el verso en su salsa componiendo

este esqueleto mío de armadura
que en este nuevo peso está midiendo
¡esta cincha nueva de mi cintura!

© Cosme López García

martes, 8 de febrero de 2011

ISLA

…/… Después de disfrutar desesperadamente el refugio de una barca, un puñado de náufragos consiguen instalarse en ella. Mas tan pronto se sienten al abrigo, el miedo de que otros náufragos quieran también llegar hasta la barca y comprometer así su privilegio, les dicta a aquellos desdichados una solución terrible: a cada costado de la barca individuos armados con hachas y cuchillos empiezan a cortar, enloquecidos, los puños de los que intentan alcanzar el borde del navío…/…

[André Gide]
Amanece otro día como tantos
entre sudores de sábanas.

Cuadernillo del poemario Nº 5,
Gran Café Victoria
Despiertas desnudo, descalzo,
con el sueño todavía alrededor,
con el dolor en la mirada,
esa mirada perdida y vagabunda
que despereza la nostalgia.

Viajero en la ruta equivocada,
¿quién asaltará tu barco?,
qué tormenta o qué borrasca
te hará rehén y pedirá rescate
como suelen hacer los piratas.

Con las manos atadas y bien atadas,
quedas sumido en tanta soledad,
y como caído ante leones te levantas.


Hay tinieblas que tus ojos empañan,
exiliado de la luz que fue almíbar
en el calor humano de tu casa.

Respiras hoy este naufragio
y no encuentras cerca una tabla
donde asir siquiera una mano,
donde salvar al menos tu aura.

Inmerso en el llanto mientras amas,
tu desconsuelo se hace latido
cuando esta condena hipocondríaca
no es sino espejo de tu alborada.

El futuro es este mar nunca en calma,
islas con tesoros ya no existen
desde que el hombre todo lo arrebata.


Ahí tu nave escorada
sobre las rocas de esta isla maldita,
habrá algún caníval en la cala
rezando a su dios de plástico
y que espera impaciente tu llegada.

Despojo de sombras humanas
en la fiesta del macho cabrío,
otra infernal manera de tantas
para servir a la esclavitud
donde ya nadie se salva.

Cadenas de acero demoníacas
en el cuello mismo de tu estancia,
altos muros cual alminares
donde sólo habitan telarañas.


Náufrago en esta isla solitaria,
laberinto desierto y pandemia
de los barcos azules que pasan.

Abrigo al menos bajo la arboleda,
defensa tal vez en la llamada
o quizá por un momento azorado
por vivir una vida tan tirana.

Salir quisieras del nido de las plagas
y volar como Ícaro y asesinarte,
romper contra las rocas tus alas,
tus alas derretidas, polvo en el aire
y en el aire se queda tu arrogancia.

Quimera de un sueño entre los mapas
que hicieron zozobrar tu travesía,
cartas de navegación y más cartas
para hundirse otra vez en la miseria.

El anhelo de un náufrago es la calma
de este piélago y su sueño
una isla aunque sea extraña.


Aterido de frío tu sangre es escarcha
¿y este el final de la desventura?
como quijote desnortado en la falacia
que pretende una justa justicia
y sólo encuentra escudos de infamia.

Por todos los rincones de tu balsa
en deriva una vida entera casi,
atado como nudo de corbata
a la noria en ida y vuelta y pasajero
en la misma claridad del agua.

Lágrimas de mar y más lágrimas
sobre tu rostro hecho un cristo
a costa de luchar en la batalla,
perdido en horizontes ufanos
como aquella inocente infancia.

Este tu destino, he aquí tu playa:
isla de cocodrilos y colmillos
alrededor de tu existencia inundada.

Esta la isla que fue tu esperanza,
tu agonía de náufrago sin remedio
donde espera una muerte temprana.


Náufrago eres de un barco a la deriva
donde será difícil encontrarte.

Nadar en el océano amplio,
agua de sal bebida a bocanadas,
tempestades en la noche
y sol que incendia las entrañas.

¿Y esa la única esperanza?

Habrá en el horizonte una playa,
arena cual castillo de naipes
que te requiere y nos abraza.

El refugio de los perdidos,
isla de selva y montaña,
eco sin faro adonde navegan
estos girones del alma.

Escribes el mensaje que una botella
llevará a otras tierras lejanas.