Nocturno y lluvia

Nocturno y lluvia. (Paisaje urbano. Óleo sobre lienzo. Cosme López García).

miércoles, 19 de marzo de 2014

LA MANCHA NEGRA. TODOS SOMOS CULPABLES

Portada de la Novela ganadora:
         "La mancha negra"
           de Manuel Sánchez Dalama.

TUVO lugar la presentación de esta obra en Badajoz (13 de mayo de 2011) cuyo ayuntamiento organizó la Feria del Libro en su XXX edición y con todo lujo de atenciones e infraestructura a que nos tiene acostumbrados en este tipo de acontecimientos culturales. Estuvo a cargo del profesor y académico de Extremadura, Manuel Pecellín Lancharro, quien a su vez, fue uno de los miembros del jurado que otorgó el XIV Premio de Novela Ciudad de Badajoz, aunque confesara públicamente en la misma presentación, no votar en su día la candidatura de este relato escrito por Manuel Sánchez Dalama, autor nacido en Cuba (1951), con nacionalidad española, residente en Vigo desde hace años y novelista independiente de reconocido prestigio desde sus anteriores novelas: Peces rojos en la lluvia (2004) y Hasta el fin del mundo (2009).

Estamos ante una obra merecedora del premio aludido, escrita desde el compromiso social-literario. Muy cuidada la publicación por parte de la editora valenciana Algaida, que no ha escatimado esfuerzos al aportar un tratamiento exquisito en el resultado final, así como una atenta vigilancia al texto, donde no hemos encontrado una sola errata, tanto de ortografía como tipográfica. La encuadernación está hecha en cartoné con lujosa portada y sobrecubierta en pliego satinado de alta calidad que nuevamente reproduce un montaje de auténtico y sugerente diseño fotográfico: un revólver ocupa el primer plano sobre el mar embravecido rompiendo el oleaje contra las piedras de la costa, a lo lejos el “Prestige” sobre un cielo gris de fondo y una gran mancha negra diluyendo desde la parte superior del conjunto, como si de sangre se tratara. Todo ello es de agradecer, facilitando en buena medida, el gozo visual, un atractivo tacto y, por supuesto, la lectura.

Sánchez Dalama, ganador del
certamen (izquierda) y el autor
de esta reseña (derecha).
            Comienza Dalama dedicando la historia que aquí reseñamos: En memoria de Manfred Gnädinger, el alemán de Camelle y excéntrico personaje que fue víctima y culpable del naufragio del petrolero “Prestige”, ocurrido el 13 de noviembre de 2003. El mismo autor, al inicio del prefacio, nos hace la advertencia de que Cualquier parecido entre los sucesos narrados en esta novela y la realidad pueden ser el resultado de una nueva coincidencia. Sin embargo, la realidad está ahí, mas siendo inalterable, siempre supera a la ficción, como suele decirse y, en esta novela, hay mucho contenido que, efectivamente, coincide con los hechos ocurridos en relación al hundimiento del “Prestige” frente a las costas de Galicia, si bien, las circunstancias que rodearon ese naufragio, quedan entreveradas con una historia de amistad, venganza y narcotráfico (tal como se apunta en la solapa de contraportada), donde otro personaje creado por nuestro autor, también es víctima y culpable a la vez de ser víctima: Ángel –un policía corrupto– que naufraga, metafóricamente en este caso, no sólo en su matrimonio con Cristina, sino por añadidura, en su trabajo y relaciones humanas, luchando para sobrevivir en una sociedad tan aciaga y por buscar el verdadero sentido de la vida a las mismas puertas de la muerte, siguiendo la nota de la solapa antes referida.

            Encabeza el relato la voz en primera persona de un niño de once años y habitante de Camelle, el pequeño pueblo de pescadores en la llamada “Costa da Morte” de La Coruña, donde arrecia la mar brava y los perceberos reciben la furia del oleaje al ser golpeados contra las rocas de una manera constante. Así queda reflejado en la portada y sobrecubierta, anteriormente comentadas.

            Manuel Sánchez, ha construido dos historias que sabiamente urdió para acoplarlas en la coherencia de una sola, jugando con los capítulos que alterna y que, por otra parte, se leen con suma facilidad al ser breves (entre cinco y diez páginas generalmente). Historias personales que penetran en el lector para revolver con revólver (valga el juego de palabras) y arañar en las conciencias, para remitir una denuncia y hacer una especie de lavado en los entresijos del cerebro, el verdadero responsable de los naufragios, los accidentes que, en mayor o menor medida, todos sufrimos o sufriremos. Corresponde a la Justicia castigar al culpable material, aunque en muchas ocasiones, sea difícil encontrar ese culpable o, aún siéndolo, resulte inocente de los cargos imputados por falta de pruebas o cualquier otra circunstancia que aporte algún atenuante.  En el caso del  “Prestige”  y que nos ocupa, cuando en un futuro se celebre el juicio por las toneladas de petróleo vertidas al mar y en consecuencia, el enorme impacto contra el medio ambiente de la gran “mancha negra”, así como el inmenso gasto económico que supuso limpiar las playas del chapapote, habrán pasado años –se ha cruzado el umbral de una década– para hacer responsable al griego Apóstolos Mantouras, Capitán del barco y quien tendrá 70 años de edad –si no los ha cumplido ya–. Y la Justicia siempre exime condenar a un anciano. Por todo ello, es la misma sociedad la culpable. Todos tenemos un cierto grado de responsabilidad en los acontecimientos que suceden y afectan a la sociedad. Nadie es inocente, como bien dice José Javier Abasolo, son las distintas condiciones humanas las que velan porque así sea. Por este motivo, el policía corrupto de nuestra novela, no es el único culpable de la ruptura de su matrimonio, pues su hasta entonces esposa, no hizo nada por favorecer la convivencia, ella únicamente se preocupaba por su aspecto físico, estatus social y ascenso en su trabajo.

La mancha negra, título ilustrativo y sugerente, nos enclaustra y nos sugiere un doble sentido: por una parte, cataloga tema y estilo como novela negra con reminiscencias del Pepe Carvallo de Vázquez Montalbán y, en el otro sentido, interpretamos esa mancha tan oscura, como el mismo petróleo derramado y flotando en el agua.

Manuel Sánchez Dalama, sobresaliente contador de historias, ha hecho posible la transformación de unos hechos reales, a la realidad de la alta Literatura. Enhorabuena para él y para todos sus lectores.

Badajoz, junio de 2011
© Cosme López García

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