PALABRAS EN EL JUEGO DE LA CAÍDA
Todos de mil modos,
todos vestidos de inmundos apodos,
todos y uno: ninguno.
Te desfondo a fondo,
te desfundo de tu fundamento.
(Octavio Paz)
todos y uno: ninguno.
Te desfondo a fondo,
te desfundo de tu fundamento.
(Octavio Paz)
Esta jerga del juego que resta su jugo,
un espacio con juerga y despacio
despreciando siniestros jaques de yugo.
En esto que subo
estantes libro a libro y me libra
la libertad distante desde la lumbre misma
a la mismamente mente donde vibro.
Así ser sereno, moreno, quiero y vivo,
palabra de honor, error, abracadabra,
la magia, la panza, la burla, la chanza
y sobre todo un solo sobre
sin sello, qué sé yo, llorando llagas.
Ahora una hora, después unas mangas
arremangadas, pues bragas y calzoncillos
ora cal y ora que ora tal
oración orinando por poco,
río que me río del río: Orinoco.
Me sueno del sueño los mocos,
narices o nardos son dardos
que clavan la calva al calvario,
cien cruces cruzan encima
y en cintas cinteadas las manos.
Llámeme, deprisa me llamo
matasanos de la risa y la sisa,
meto la jeta por la tarjeta visa
y saco los cuartos ¡qué tos! son cuatro
euros estos que guardo en el banco.
Compro problemas con flema,
esputo y es punto puto tabaco
que me atosiga, siga el puro que fumo
formando humo a humores y estanco.
Es tan conocido vicio
como descontadas cuentas que sumo
sumido, medido, latido y cilicio.
Novicio, príncipe, principio
caído al precipicio e ido
bien a la vez un diez,
bienvenidos o buenas venturas:
el suelo olía a suela, sudor, silencio también
cosidos tejidos, si ceja si oreja: supuran...
POEMAL
Necesito estar a solas para contestar
estas cartas,
breve me pasa el tiempo y a deshoras
inventando la justa palabra legal
que antes de ser escrita fue un simple trazo,
un surco sobre el papel de la tierra
donde los labradores de arados y plumas
dejaron tanto sudor, insomnio y obra...
Bajo el cielo quedaron protegidos los frutos
plantaciones de poemas más o menos tristes,
estos poemales
que fueron creciendo poco a poco
y extendiéndose en las mareselvas del verso;
después llegó el ritmo cada vez más cardíaco
y la música en su rima sonora y asonante
comenzó a regar en forma de tinta azul
la variedad tan exqusita de las frases.
Mis letras son como semillas
que germinan lentamente,
mi cosecha... la luz que me va a lumbrando...
POEMA AL HORNO CON GUARNICIÓN
(O receta culinaria empoemada)
(Presentamos aquí, un plato típico, muy digestivo y que sacia el hambre durante mucho tiempo.
Tiene pocas calorías y no es necesario prescripción facultativa de los poetas).
INGREDIENTES PARA INFINITAS PERSONAS
-Un manojo de nervios y otro de versos.
-Tinta de clamar (azul a ser posible).
-Una pluma cualquiera, excepto las del pavo real.
-Veinte dientes mordaces y picantes (en su defecto, uno de elefante).
-Papel blanco y vino tinto para entonar.
-Especias como la inspiración, el amor, el tiempo...
-Y por último, un par de huevos frescos.
-Para la guarnición... unas cuantas rimas asonantes y una lira.
MODO DE COCINARLO
El papel blanco nos servirá de bandeja,
echar en él nos manojos,
el de nervios primero
y beberse el vino tinto después;
una vez ebrio,
desenfundar la pluma de su vaina
y rellenarla con la tinta calamariega,
evitando así el peligro
de quedar nuestro poema inacabado.
Añadir las especias y los dientes colmillos
junto con los huevos a modo de revuelto.
Meter todo el conjunto a fuego lento
en el horno del cerebro,
cuanto más tiempo mejor
pero teniendo cuidado que no se queme,
sacarlo afuera cuando alguien
tenga ganas de leer y sienta hambre;
Guarnecer con el sonido de instrumentos musicales...
PALABRAS PARA UN JARDÍN SECO
Me
salen alegres, letra a letra, letrería
alegando
algo de alga;
labro
palabras, palabrería,
abracadabra
que danza
antes
de ser un poco poesía, sería
serenamente
sereno
de
paseo por el infierno,
pisar
suelo y luego
pasar
pensando en el cielo.
Mirad
el chiste del tiempo,
chistera
chisteando a diestro y siniestro,
breve
abrevadero
del
cantarito que va a la fuente:
de
repente pende el poema
a
lo hilo helado en halo saliente.
Y
sale solito saltando
sobre
la sal de mi saliva:
se
aviva el sol al son de solera
y
suelo morir en salmuera.
Me
río del tío Puñetas
que
enreda la red de la madeja,
mi
queja es una roja reja,
se
raja la muñeca y la clueca
gallina
del gallinero lleno.
Lleno
de vida todavía,
toda
vida viendo venir la vista
cansada
a caso cazando dioptrías
cosiendo
y tosiendo la cosa;
una
espantosa rosa,
o
sea sosamente sosa
si
seca sestea sobre la losa.
La
loca canción cantando...,
te
canto un tango:
de
tanto tener no tengo
ganas
de tentarle al tiempo
contento,
con tiento un tanto.
Jarrón
en volandas volando,
arde
el jardín del mejor jardinero,
gesto
que gastan trabajando
sin
diario ni monedero...
los jornaleros...
INMERSIÓN NOCTURNA
A Manuel Pacheco,
por Las noches del buzo
Sumergido en los mares
de la Vida y la Muerte
para gritar la Verdad,
el Amor y la Libertad;
–me dices dedicando
el buzo con sus noches–,
este Poeta o náufrago que jamás
necesitó botellas de oxígeno
y ni siquiera escafandras,
sólo un cristal
de arcángeles azules
que te fueron drogando hasta
saciar tu espalda doblada
de tanto mirar
el suelo de la tierra
buscando el cielo.
Dame la mano, Pacheco mío,
escríbeme en ella un poema
que siga cantando el NO de la rebeldía.
Tu oficina huele
a papel de estraza,
a trabajo, a máquina
de escribir desenchufada,
y oigo el tic tic
de tus letras mecánicas
veinte bloques de pisos
más acá de tu casa,
nítido el sonido visceral
de ese pájaro de aire
que tienes en tu jaula de agua.
Himno al Sol tendido
bronceando y nadando palabras,
como un barco
en la grupa del lenguaje
que al galope escapa
de diccionarios cárceles.
Y yo no necesito huir
porque tú me has dado
una llave maestra
que abre todos los libros cerrados.
¡Ay! mi buen amigo sabático,
me hubiese gustado
haber nacido antes
para estar junto a Esperanza y a tu lado;
pero del nacer (o del morir)
nadie tiene la culpa.
Ahora miro las manos de Van Gogh
y me atrevo a retratarle
en una tela, hay una nube
de cuervos alrededor
donde se hace espuma una montaña.
Mientras exista el aire
vivirán pianos y flautas,
la música en acordes de armonía
que hacen bailar los planetas,
según Pitágoras.
Después
vendrá el recuerdo
a
través del espejo hecho infancia,
hoy
presente, el mejor de los tiempos vivido
sin
relojes ni campanas.
¿Para
qué esperar sentado
en
sillas mullidas y amplias?,
siempre
tuvo cosecha quien se acordó
de
sembrar al mundo con palabras,
el
futuro es ahora, aquí
está
el Amor y el celaje del alma.
Subiendo
bajando o bajando subiendo,
ser
hombre pobre antes que pobre hombre
y
verse así, sin nada:
otra
vez el espejo
convertido
en agua.
Llega
un río que hay que cruzar
fondeando
una noche de buzo:
la
vida y la muerte
que
también hay que ganársela.
Flotar
como una pequeña balsa
que
se hunde poco a poco
por
el peso de la gente y tanta
injusticia
hedionda;
sacarme
de una vez el agua
y
que vuelva al agua
como
la ceniza a la ceniza,
sin
infierno, Dios no quiere
destrozar
nuestra barca.
Pacheco,
dime dónde está la araña
que
agarra a los puros
y
deja libertad canalla
a
los animales corruptos;
me
dices que está en la tela de la Ley
desde
que uno es ENTE,
SER,
EXISTENCIA vorágine
de
mandamiento presente
hasta
en el mismo aire,
única
Libertad con la que estamos de acuerdo,
más
allá llora un niño calladamente,
como
si tuviera miedo
de
hacerse adulto en la rapidez
o
sobresalto de un sueño.
Peligro
latente
y
otra vez clavado
en
el crucifijo del tiempo,
la
puerta que hay que abrir
aunque
no sepas lo que hay dentro,
la
habitación oscura en la noche
que
parece una tumba del cementerio;
la
luz de la locura se asoma entonces
a
los entresijos del cerebro,
aquí
los dioses y demonios tienen su morada
y
el descanso eterno;
una
estrella-cometa
extiende
sobre el cielo
un
poema sacado a esta noche,
no
es fugaz su verso
escrito
a tanta altura
y
echado en las estrofas del viento.
La
luz dibuja una rosa
en
las circunferencias del agua,
y
tú no quieres pensar
porque
eso sería ahogarla.
Ser
o no ser, ¿Conejo o ratón?,
pienso,
luego muero,
vacías
un cajón,
la
verdura al apellido y luego
te
comes el queso.
Dentro
de la mirada
hay
una vida puesta
que
mira al mar y palpa
el
mundo entero,
el
submarino se niebla
y
emerge con toda su fuerza.
Se
oye un grito que canta
LIBERTAD
hasta la muerte,
así
con boca abierta a la garganta,
voz
que olvida nombres
y
se acuerda de cada uno,
renglones
torcidos
como
los derechos del hombre;
…En
un chozo, un burro mató a un niño…
A
Dios rogando, misa y beatas
mientras
esté la muerte,
vivirán
las palabras.
El
infierno está aquí en la Tierra,
arde
una pira humana,
tribunal
medieval,
sentencia
de torquemadas.
Sembrando
una paloma
los
hijos serán mañana
pueblo,
trabajo, historia
de
verdad jamás contada,
pero
en mitad del camino
pusieron
una gran plaza
con
toreros armados hasta los dientes,
el
coso taurino
de
oles, pitos, pandereta y charanga.
Impolíticos
a manos llenas
inflaron
la panza;
la
Paz imposible porque
los
del guante blanco mandan.
Siempre
nos quedará una rosa
sobre
el verano del dulce Guadiana,
los
ahogados del crepúsculo
río
abajo bajo el agua;
belleza
que poco dura
por
los arrabales de un MAPA...
PALABRAS JUGANDO AL ESCONDITE
Para todos mis compañeros
Paella
comimos, amigos conmigo,
paella
ya que para arroces nacimos,
un
roce vivimos continuo
gozando
compañerismo.
Aquí
no hay más queso
que
quien quiso
sudores
de pecho, de hecho
sudándonos
nos dan el pan,
que
panes tiene el empanamiento.
¿Quién
de esta ronda lironda y oronda
saldrá
ileso?,
y
eso que es barata la barra, el precio;
una
de dos:
la
luna en los dedos
o
los dados de Dios,
–decid
que paga el Señor–
Sueñen
señores sonámbulos
que
en el sueño una señal
nos
sigue señalando...
¡andando!...
Presten
atención y resten un cojón o dónenlo,
cojos
del derecho por derecho me encojo yo,
y
jocoso en coger la cosa
os
coso la oreja con sedal y aguja,
el
dedal empuja al badajo
¡y
ya no oís ni un carajo!
Id
despacio
que
un oso anda suelto,
tronchoso
se sienta sesteando,
oseando,
husmeando en el patio;
y
su sueldo es el sudor ajeno, o sea
del
soldado dado al sol,
complicando
la cosa del mando
y
a costa de trajinar el trabajo.
En
fin, para fin o parafina,
el
postre a porfía
con
flores a María,
pues
sí es teatro
puesto
al día,
esto
que llaman vida:
un
té para cuatro
con
ocho u ochenta POESÍAS...
POEMA EN VIÑA
A mis amigos Diego
Murillo y Jesús Muñoz,
porque ellos
aman el Arte
Mi pueblo al fondo vestido en feria,
camino desde la viña dejado atrás:
hay un cuadro inmenso donde cigüeñas
revolotean sobre el campo en aire
respirado puro entre cielo y yerba.
Más abajo pasa el tren muy cerca
silbando ecos musicales de paisaje,
ya se despide abril lloviendo mientras
tertuliamente conversamos.
Los árboles parecen sentir nuestra presencia,
están las encinas, los pinos, los almendros
más alegres porque están en primavera.
La viña es grande y a la vez pequeña,
acogedora la casa, refugio del hombre,
espacio definido con la puerta abierta.
Mi amigo Diego señala unas higueras
enraizadas y queridas como a un hijo
que también es cultivo de una siembra.
Jesús ha pintado en el lienzo de su mente
todo el natural encanto de esta tierra;
y se le cuece dentro para grabarlo al óleo,
y se lo lleva adentro para sacarlo afuera.
Una tarde como pocas se hizo mesa
–sin mantel que nunca es necesario–,
¡pues de tan buen cordero...
mejor chuleta!...
GUADIANA & PACHECO
En la entrega de los
restos del poeta Manuel Pacheco.
Río Guadiana, 28 de marzo
de 1998
...Y en cuanto a ti, muerte, y a ti amargo abrazo
mortal... es inútil que trates de asustarme.
...Y en cuanto a ti, vida, pienso que eres el legado
de
muchas muertes,
sin duda yo he muerto diez mil veces antes.
Parto como el aire... agito mis blancos rizos hacia
el
sol fugitivo,
vierto mi carne en remolinos y la dejo ir a la
deriva como
jirones de encaje.
Si no me encuentras en un lugar, busca en otro,
estoy en alguna parte esperándote.
[De Canto a mí mismo. Walt Whitman]
Mirad:
aquí
está el agua del río,
el
agua que todo se lo lleva corriente abajo
y
nos trae a la memoria los barquitos de cáscara de [nuez,
infancia
ya a la deriva en un adiós definitivo.
Mirad,
mirad el Guadiana en calma,
como
un niño bien educado, antes inquieto,
hoy
parece
no
haber roto un plato y sin embargo
ahora
le está nadando en forma de ceniza
aquel
niño que en la Isla de los Monos
comenzara
a vivir y a amar.
El
Guadiana cantado siempre a coro
por
cuantos poetas en él se bautizaron;
mas
el tiempo es otro y ya nadie se moja.
Pacheco
se hace molécula del agua,
se
deshace su carne y se mezclan
las
letras de su nombre Manuel,
de
sus versos que también son metáfora de agua
con
los Ojos azules del Guadiana.
Desde
la baranda...,
asomaos
para ver este río,
esta
vena que recorre Pacheco: el Poeta, el Hombre,
siempre
vertical aunque el cansancio
le
obligara a mirar al suelo.
La
corriente se lleva al Poeta,
pasará
por su pueblo,
cruzará
el mar
como
un mensaje dentro de una botella,
él
navega sin barco
y
algún día rozará las playas de América,
la
que a tantos extremeños hizo universales.
Guadiana:
acoges
a quien tanto te amó,
a
quien su deseo fundirse fue contigo,
con
orgullo te lo entregamos,
es
nuestro compromiso, nuestro deber,
el
mejor homenaje al maestro
que
desde nuestros corazones
podemos
ofrecerle.
Mirad
el Guadiana...
Mirad
a Pacheco...
Como
un fugitivo de la Tierra del cáncer
se
va;
Arcángel
sonámbulo entre Noches de buzo,
Poeta
de los poetas
como
un Cristo sobre las aguas.
LOS LIBROS
A Bartolomé Díaz
que tantos lee
Delirios
de palabras que te saben
a
yerbabuena en el verso rimado,
gozas
las letras del libro estudiado
donde
si nadie hubo, todos caben.
Y
enseñas gramáticas que nos valen
para
comprender poemas herméticos,
para
volar el ajedrez del léxico
y
estar menos sordos cuanto más callen.
Porque
la palabra escrita es silencio
que
sin labios habla, sin grito llueve
y con
su negra tinta mancha al necio.
Son
así los libros, tal que la nieve
al
derretirse entre las manos, recios
cuando
alguien como tú, con sed los bebe.
EXTREMADURA
Para Bartolomé
Díaz
Yo sé
que tienes en tu andar algo de ángel
porque
paseas la fiebre azul de la Poesía.
Yo sé
que vas y vienes a tu pueblo que también es mío,
que
sales al campo en busca de la Historia
y te
traes –de paso– prendida en el ojal una amapola.
Hoy
te escribo, amigo mío
con pulso
firme y mentalidad de nácar,
ya el
tiempo se encargará de amilanarme,
de
hacer temblar las neuronas de mi espíritu,
de
esculpirme una cabeza blanca
pero
siempre erguida en dignidad
visionando
la perspectiva de esta tierra,
para
mirar a lo lejos con la palma de la mano horizontal y en la frente puesta,
aprehendiendo
esta tierra tan nuestra, tan amada, tan Serena…
Extremadura
–dicen que es extrema–
mas yo
levanto mi pluma-sable para quien así opina,
mi
lápiz-dardo de carbón y flecha
y
digo que Extremadura me ha forjado un hombre con biografía,
regalándome
un presente cómodo,
sudor
de tus antepasado, de los míos, de todos los extremeños,
y
hasta me ha hecho todo lo poeta en cuanto desde una viña
contemplo
el vuelo de las cigüeñas.
¿Saben
esas gentes pelar los higos chumbos sin clavarse las minúsculas espinas?
¿Acaso
saben a qué saben?
Preguntas
así podrían escribir un libro.
Todo
esto es, amigo Don Bartolo, lo que hace a un hombre,
Díaz
a Díaz ganándose el pan y el Don ganándose,
Como
tú: ejemplo aquí traído,
Como
tu ser de saber estar y saber de saber.
Y la
vida es un bálsamo cuando contigo converso,
cuando
alguien de ti me habla, cuando te leo…
Quedemos
al mediodía en el aperitivo del buen pitarra,
Tertuliemos
en las tardes mágicas que fueron para Machado,
Soñemos
en la noche que EXTREMADURA
¡es
nuestra amante!
POETA EN LIRAS
A José Huertas,
mi paisano poeta y declamador
Aquí
traigo estos versos racimados
para
tu voz terciopelo,
quiero
tu nombre rimado
con
tu pródiga memoria;
el
poema azul es el cielo
cuando
unos labios declaman historias
sobre
oídos atentos a tu vuelo.
Tu
pie alejado del suelo
y
sabe tu verso a gloria;
la
palabra dicha así, como suene
a
tanta altura que en aire recita,
palabra
tal cangilones de noria
que
vienen y van y vienen,
sílabas
de agua bendita.
Y
aquí, José, con tu nombre se citan
Chamizo,
Galán, Campoamor, Iriarte,
Hernández
y los Machado;
poetas
de nacencias, embargos, fábulas,
nanas
de cebolla, el arte
de un
soneto al olmo seco y amado
en el
Duero de tu cápsula.
Porque
en Poesía no existe carátula
que
disfrace al orbe aliado,
ese
mundo envuelto en nube
de
lluvia y sentimiento laborado,
el
sonido puro audible
desde
el rincón más lejano, ahora sube
estremecida
mi sangre apacible.
Poesía
nunca invisible
aunque
a la garganta anude,
te
quiero campesina y noble azada,
estrofas
de labor que andando sude,
y te
quiero jornalera
en
todo un alma labrada
a
surcos por tu arado, ¡vertedera!
CARTA-POEMA AL DECLAMADOR
JOSÉ HUERTAS RODRÍGUEZ
Una
vez me recogiste la aceituna en tu corazón almacenada,
íbamos
mi padre y yo con la preciada carga.
Tu
hijo y tú, solícitos salisteis y el encuentro se hizo Poesía.
Mirad:
José Huertas trabaja la tierra y las horas trabaja,
cae
el sol sobre el horizonte de Campanario,
es
pueblo, es gente honrada que no descansa
hasta
conseguir el pan que sienta bien a la familia.
Mirad
a José con el verso declamando… cómo pasa…
parece
un juglar de antiguo méster y es un hombre vertical
hasta
la médula, un poeta que nos deja la sangre helada,
su
memoria rezuma un terruño santificado en yerbabuena,
un
tractor lleno de costales de nostalgia.
Mirar
a José es mirar el cáliz y los pétalos de las azucenas,
amarillo
trigo, y blanco pan, espigas alargadas
que
van sembrando al hombre del mañana.
Y yo
converso contigo ante el paisaje de estas viñas,
estas
uvas en cosecha dulce a que saben los pitarras,
nuestro
vino virgen de tertulia y compañía
porque
soy todo oídos cuando a mi lado declamas.
Y hoy
te escribo entre líneas mi palabra
que
me sirva a modo trabalenguas, puzzle y acertar así,
gentilmente
orgulloso para darte las gracias.
Gracias
por rimar La tierra de Álvar González:
¡si
Machado levantara la cabeza!, viera aquí su alma,
en
reflejo bienvenido, ¡conocerte quisiera!
y
hacer un poema con tu voz, tus manos y tu labia.
La
firma sería así de humilde: José Huertas,
amigo
poeta, de los que hay, pura casta.
Amigo
mío: en la verdad, tú andas…
DESFILE DE MIS BREVES PALABRAS
Acá
escribí con tinta azul de poesía
unos
trazos hechos palabras en el verso.
Vocabulario
andante llevando el paso marcial
en
la cuesta arriba de mis foliadas calles:
la
vista al frente, la cabeza erguida,
–a
lo lejos hay alguien que aplaude–,
emocionando
al orgullo, vengo y lloro
por
quien amo, por quien sufro,
por
todo aquello que llevo en mis adentros
y
que os acabo de vomitar.
Este
tiempo breve vivido y por vivir
aún
estando inválidamente inválidas
mis
piernas, mi alta cabeza que os dije,
mi
cuerpo incluida la espalda,
y
sobre todo...
sobre todo...
¡MIS MANOS!
© Cosme López García
_________________
*Selección de poemas contenidos en este libro y bajo el título señalado. Algunos de estos poemas fueron recitados en directo.
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