BUENAS noches, queridos paisanos y amigos del mundo de las Letras y
la Cultura. Siempre es para mí un gran honor presentar un libro, porque resulta
una tarea agradable y con mayor motivo, si ese volumen que sale a la Plaza
pública de la Literatura, está bien escrito, tal como es el caso que nos ocupa.
En la última
Feria del Libro de Badajoz, tuvimos el placer de escuchar a su pregonero: Jesús Sánchez Adalid, escritor, juez y
sacerdote, Premio Felipe Trigo 1998, nacido en Don Benito, afincado en Villanueva
de la Serena y que actualmente vive en Alange. Y entre otras cosas, nos dijo
“una verdad como un témpano”: …/… parece
ser que estamos asistiendo en los últimos años a la proliferación de un fenómeno
nada deseable que se extiende a diferentes ámbitos de lo que tradicionalmente
se ha reservado para la formación de las personas. A este hecho, casi espontáneamente,
se le ha llamado cultura basura, quizás por extensión de lo que algunos
consideran la telebasura. Más tarde surgieron las publicaciones basura, inicialmente
reducidas a la prensa gráfica y finalmente a los libros. Se trata de productos
de muy escasa calidad literaria, con tiradas muy extensas, con pobre contenido
y unas buenas expectativas de ventas en las librerías y, sobre todo, en los
grandes almacenes. Por lo general, estos libros salen a la calle amparados por
una poderosa campaña de publicidad y suelen crear unas expectativas en el
lector que luego resultan defraudados. Así, es frecuente encontrarnos en los
estantes de las librerías a un libro, por ejemplo de María Jiménez (cantante famosa) junto a otro de Vargas Llosa. En la abrumadora oferta
litararia, los verdaderos libros, los de calidad, tienen que competir con estos
libros basura que a veces copan las novedades y asfixian las posibilidades de
que las publicaciones de calidad puedan llegar al lector.[2]
Antes de
hablar sobre “Las veredas perdidas”,
conozcamos un poco más a quien lo ha escrito: Antonio Pérez Carrasco. En las solapas interiores del libro en
cuestión, ya se dan algunos rasgos de su biografía …/…Natural del Valle de La Serena (Badajoz) el 19 de Marzo de 1953, donde
vivió una infancia con los ojos muy abiertos ante todo lo que sucedía a su
alrededor. Después estudia dos carreras: Filosofía y Letras y Teología en el
Seminario de la capital…/… Actualmente, ejerce su labor apostólica aquí en
Campanario; él es nuestro Párroco y todos le escuchamos en la Iglesia, durante
las misas, bodas, comuniones, bautizos y, desgraciadamente, en los funerales.
Parece que la
tarea de escribir se lleva muy bien con el oficio religioso; encontramos
ejemplos en nuestra Literatura como San
Juan de la Cruz, Santa Teresa, Fray Luis de León, Lope de Vega –el llamado “Fénix de los Ingenios”– y el propio Quevedo, quienes se ordenaron
sacerdotes en la última etapa de sus vidas. Y recordamos a nuestro paisano Sebastián García Rodríguez, fraile
bibliotecario del Monasterio de Guadalupe, bibliófilo, bibliógrafo y cronista
oficial de esa villa.
Antonio Pérez, colabora como escritor
en diversas revistas extremeñas, sobre todo, en la denominada Ventana Abierta. Ya leímos en el año
2002, su primera novela: “López, una leyenda sin rostro” y que fue calificada por el crítico Manuel Pecellín, como un notable ejercicio literario entre la ficción
y la Antropología, entre el estudio histórico, la narración imaginativa y el
ensayo etnográfico[3].
Se trata de un
volumen con 320 páginas editado por ADEPA (Asociación para la Defensa del
Patrimonio del Valle de La Serena), quien agradece a nuestro autor y socio de
dicho organismo, la desinteresada
aportación de su Obra para el desarrollo cultural de nuestros pueblos en la
cultura común de la que formamos parte por la Globalización Cultural Europea,
cediendo todos los derechos. Esta primera edición de Las veredas perdidas, consta de mil ejemplares salidos de los
talleres Gráficas González de Cabeza del Buey, el día 25 de Julio del
2004, festividad de Santiago Apóstol en año Jacobeo.
En la portada
del libro figura una fotografía de Rodolfo
Pérez Osorio, donde observamos en primer plano, un rebaño de la oveja
merina sobre el fondo del Valle de La Serena y además, en el ángulo superior
derecho, se ha insertado una pequeña imagen de aquella vieja radio que bien
pudiera ser Telefunkem, donde
nuestros mayores escuchaban los grandes seriales. Representa una clara
retrospectiva de los tiempos que vivimos cuando éramos niños.
Abrimos el
libro y nos sorprenden los cuatro dibujos a plumilla que reproducen los
castillos de Magacela, Castilnovo, Benquerencia de La Serena y Almorchón.
Asimismo, al final del volumen, observamos otros cuatro dibujos: el Dystilo de
Zalamea, el Dolmen de Sierras Gordas en el Valle, las Termas de La Nava en Cabeza
del Buey y una barcaza cruzando las aguas del río Guadiana.
Nuestro autor
no ha puesto dedicatoria, entendemos que no hace falta, pues es La Serena y sus
habitantes, la madre y los hijos de “Las veredas perdidas”.
Una cita de Juan Ramón Jiménez, nos sugiere y
resume todo el libro:
El niño es toda la gente… / y el grito tiene
en su centro / todo lo que ha visto el niño / y todo lo que no ha visto / por
las perdidas veredas. / Voy a cerrar mi ventana / porque si pierdo en el valle
/ mi corazón, quizás quiera / morirse con el paisaje.
El Índice alberga los títulos de las 38 historias que componen esta
novela, así la consideramos, puesto que el hilo conductor siempre va a ser La
Serena con sus habitantes, muchos personajes que hablan el castúo y que todos entendemos perfectamente, aunque nuestro autor,
inserta al final un amplio vocabulario de este dialecto por si algún lector más
joven no lo entienda.
El Prólogo lo escribe Juan
Andrés Calderón, y ¡oh casualidad!, también poeta y sacerdote en el barrio
de San Roque de la capital pacense. Nos hace una breve reflexión del libro,
pero muy exacta de lo que vamos a leer, calificándolo de “prosa poética”. Se
nos dice que no es un relato
autobiográfico, aunque particularmente pienso que nuestro autor ha vivido
la mayoría de las historias que cuenta. Velaí
estos personajes típicos y curiosos de todos los pueblos blancos de sal y morenos de cal. Calderón, también nos dice que es
a los niños de La Serena a quien va dedicado este libro, desde la Poesía y la
Historia y la realidad de una tierra no muy favorecida por los años 50. Y
lógicamente, el prologuista encuentra influencias en la Poesía Pura y en el observar
y nombrar de Juan Ramón[4],
así como en el sentir intensamente las
situaciones emblemáticas a través de la Obra cumbre de la Literatura
francesa del siglo XX –“En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust–[5].
Nos adentramos en las páginas de esta novela desde la primera historia
que Antonio cuenta: “¡Malas vasijas!” (página 11). Larga interjección
metafórica para señalar a alguien como mala persona. Los personajes, más o
menos desgraciados, desfilan ante el lector con una gran dosis de ternura.
En la segunda narración, “La Serena un
ámbito” (página 18), se define a esta comarca como …/…Hija del Sol y del agua, siempre marinera…/…, que en clara alusión
mitológica …/…una nereida impostora
desaguó…/…; lo que explica una tierra exiliada, donde la emigración hizo
estragos: …/...Allí la glaciación, la
erosión, el sereno de las noches o el frío sepia del olvido la transformó en
desnuda y árida estepa…/...Esperanza
en la justicia divina. La nereida busca a la desaguada Serena para redimirla de
tan grave delito y darle, al menos, el don de la paz.../… Nuestro autor,
bebe de los antiguos mitos y consigue “enganchar” a un lector cada vez más atento.
Nos alegra cuando contemplamos el paisaje de La Serena redimida, …/…tal como es, despertando al alba con luz
nueva, con el suave ulular del viento, que dócil peina su coqueta trenza,
delicadamente entrelazada de alcornoques, abrillantados de cerina, de higueras
y olivos, retamas y encinas, festoneada por el arte de las zarzas y de las
aulagas, aquí y allá, con la flor de la jara, del cantueso y, sobre todo en
vísperas de la lírica primavera, cuando la anuncian sus perennes centinelas,
una larga hilera de almendros en flor, perfumándola con tomillo y romero…/...
Comprobamos pues, la maravillosa descripción tan emotiva y poética que Antonio nos regala.
El escritor de Helechal, Justo
Vila, en su último libro “En cuanto amanezca. Viaje a la provincia de
Badajoz”, nos habla de una ninfa marina, pero asociándola a Villanueva, de
hecho se trata de la “sirena” –serena– que figura en el escudo de esta ciudad: …/…¿Qué hace una sirena en el escudo de
Villanueva? La leyenda cuenta que la mitológica criatura habitaba las aguas de
la Tabla de Tamborríos –adonde
muchos años después iría a bañarse Felipe
Trigo, antes de saber que iba a ser novelista–, cautivando con su voz a los
incautos que a la misma se acercaban, que morían seducidos por la hermosura de
la insólita imagen (se supone que ahogados). Sin embargo, puestos a buscar una
explicación a la sirena del escudo de Villanueva, que está ahí, en el escudo,
al menos desde 1583 –y siendo estos seres mitológicos ninfas marinas–, el
viajero prefiere imaginar que la sirena extremeña (o “serena”, como se decía
antes de 1490 –ahí podría estar la clave–) fue importada por los navegantes
villanovenses que, siguiendo los pasos de Pedro
de Valdivia y Hernán Cortés, embarcaron
hacia América[6]…/…
El siguiente relato, “Distraída infancia” (página 25), comienza con el famoso “Retrato” de Antonio Machado: …/…Mi infancia son recuerdos…/…, solo que
ahora, no son precisamente de Sevilla, sino de La Serena. Y sigue con el …/…¡A mí que m´arregistren, que yo no´e sío!.../…,
mintiendo “Valentín Cuatro Ojos”, demostrando con esta frase, su inocencia pura
y la de todos los niños que alguna vez han cogido un melón poco hecho. Otra vez
vuelven los versos machadianos, …/… andando
se hace camino../... Sucesivas descripciones extraordinarias de los pueblos
serenos: …/...calles empedradas con
desiguales piedras…/...con las aceras bordadas de yerba…/…polvorientos
remolinos…/...argollas de hierro…/...para atar a los cabestros…/...mientras se
descargan los costales, y chapetas en las cerraduras de los postigos…/...que se
abren con enormes y pesadas llaves…/... Recuerdo de los juegos que
practicamos cuando éramos niños: el pali
mocho saltando por los aires, los bolindres
haciendo el guá, la comba que bailan las niñas al ritmo del Cochecito leré o Tengo una muñeca vestida de azul, el juego del piso cantando Al corro de las
patatas, comeremos ensalada y Dónde
están las llaves, matarile, rilerón…/... Juegos que un servidor no olvida,
como aquel del Churro, media manga o
manga entera o El escondite y
que, desgraciadamente, hoy han sido sustituidos por los video juegos, tamagochis, motorolas u ordenadores que
desordenan el equilibrio de una niñez sana. Hay una evocación del tirachinas que los niños utilizaban en
…/...las guerrillas con más de un
descalabro…/... y que no eran sino la inquietud del estar vivamente vivos.
Y las …/...jícaras de chocolate con mucho
pan, la sorpresa de los cromos, los santos…/... que con cada media libra de
chocolate nos encontrábamos en su envoltorio. Después vendrá la adolescencia,
puerta de entrada al mundo de los adultos, aunque …/…nunca muere el niño que todos llevamos dentro…/...
En “Otoño” (página 35), se
acrecenta el recuerdo con las primeras lluvias donde aparecerán los resfriados.
Los muchachos colocan las trampas para cazar a los pájaros que …/…desplumarán por el camino de regreso a casa,
antes de convertirse en la suculenta cena…/… Y tomamos nota de la sentencia: …/…“No siempre el tiempo pasado fue mejor”, que eso vale solo para el vino añejo de pitarra si se compara con el
nuevo…/..., el buen caldo que suele pincharse,
sacarlo de los conos o tinajas allá por el 30 de Noviembre, San Andrés.
En “La tormenta” (página 41),
hay una evocación a la famosa enciclopedia “Álvarez de Tercer Grado”, único libro de texto que abarcaba todas
las asignaturas y que nunca olvidaremos. Después, el refugio en el chozo,
mientras los relámpagos y los truenos asustan a los niños y al ganado. Y nuestro
autor homenajea a la Base Aérea de Talavera la Real, detallando la escena en
que …/…un piloto desorientado tras saltar
en paracaídas del avión que pilotaba, probablemente debido a una avería o tal
vez a la propia tormenta…/…, es atendido por el pastor “Antonio”. A un servidor,
estas dos páginas (46 y 47) le han emocionado sobremanera, porque he vivido
varias situaciones parecidas mientras desempeñaba mi trabajo en esta Base
Aérea, ¡y ya van 23 años!
Un recorrido por la Historia de La Serena se cuenta en “Larga historia, vasta saga” (página 50), desde
el hombre de Neandertal hasta la …/…parduzca
emigración…/… y nuestros días: …/...Huellas
de los dólmenes megalíticos en la Cerca de Marco de Magacela, Sierras Gordas del
Valle de La Serena y Zalamea, menhires en Quintana…/...Los castros prerromanos de la Edad del Hierro, como Hijovejo en Quintana,
La Portugalesa en Campanario, El Equivocao en Malpartida…/...Después La Serena
fue túrdala, Beturia y tartesa –Cancho Roano en Zalamea o La Mata (el montón de
tierra, para el lenguaje vulgar) en Campanario– que era un importante nudo de
comunicaciones…/...Luego se hizo lusitana y judía…/...rebelde y romana –dicen
algunos que su nombre se deriva del latín “serenus”, que significa sereno, un
cielo sin nubes, despejado y en paz–…/...Cristiana y musulmana…/...pues dicen
otros que la palabra árabe “serna” significa llanura, por lo que cuando…/...los
árabes la ocuparon en el siglo VIII, no dudaron en llamarla “La Serena
llanura”…/... Y sigue el relato con La Reconquista y una larga lista de
misioneros nacidos en los pueblos de La Serena que se fueron al llamado Nuevo
Mundo cuando su descubrimiento. La trashumancia y La Mesta con sus propias Leyes.
Antonio Perez sigue escribiendo el camino de la Historia: …/...feudal y dócil en el siglo XVIII…/...La
Guerra de la Independencia en el siglo XIX la dejó esquilmada…/...la Guerra Carlista…/...y fue española y extremeña…/... Se
acuerda nuestro escritor de la Guerra Civil en el siglo XX …/…del llanto de La Serena…/... y rememora
al gran poeta Miguel Hernández que
estuvo en el frente de Castuera, desde su famosa composición “Nanas de la cebolla”.
“Los conos” (página 64),
describe el artesano trabajo de la alfarería: …/...la construcción de tinajas, botijos, tiestos, conos.../...la descarga
desde un tractor sin frenos de estos pesados envases, rodándolos calle abajo
sobre esteras de esparto…/...y perturbando la paz cotidiana.
“La tabla de multiplicar”
(página 60), que a más de un alumno le costó lo suyo aprendérsela y cantarla de
memoria (la letra –y los números– con
sangre entra), y que siempre figuraba en la contraportada de …/...la libreta parda de peseta con las hojas de
una raya, de dos o de cuadritos…/... cuya …/…portada era “señorial”, con dos pavos reales…/...pero sin colores, como
si la vida fuese en blanco y negro…/... La tabla de multiplicar era la
lección más importante, …/...después de
superar los primeros agobios de la Cartilla –“Mi mamá me ama y me mima”–…/... Una
mirada a los objetos que hacían posible esas clases: …/...la pizarra, el “pizarrín”, los mapas de hule, el bote de la tinta, las
tizas, la caja de los cuerpos geométricos de madera, los problemas “Rubio”, los
pupitres, el globo terráqueo…/... Todo estaba bien reglado sobre los
remordimientos de conciencia que se paliaban con la cuestación del “Domund”,
pero también existía el quebrantamiento de esas reglas mediante la falta de asistencia
a la escuela: .../...la “rabanera”,
“remonta” o “novillos”, aún a costa de la doble paliza, la de casa y la de la
escuela…/...Alumnos que se sientan en los últimos puestos y que “D. Leandro”,
el maestro con vocación, se siente obligado a luchar contra lo absurdo, incluso
por cada uno de ellos…/...Aparecieron los “plumines”, primer nombre que los
niños, en su ignorancia, daban a los bolígrafos…/... De nuevo, el poeta Juan Ramón Jiménez está presente con
“Platero y yo” en la lección del maestro y que los alumnos …/…escriben al dictado.../… Después …/...el
retratista haciendo las fotos a todos los niños mientras sostienen un libro
abierto entre las manos…/...
En “Las leyes de la tribu” (página74),
recordamos …/...la leche en polvo americana
que nos daban durante el recreo…/... continuado con …/...la peonza, el “repión” de madera con punta
metálica, muy afilada para castigo de los que caen en las garras dominantes de
los ganadores…/...y el llanto del perdedor, en este caso, “Andrés”, el hijo de
“El Mojino” y de “La Tarara” que se salda con una trifulca y venganza entre los niños, aplazada hasta la salida de la
escuela, en el campo abierto, donde se condena al perdedor sin juicio
previo…/...son las leyes inmemoriales que todos aceptan…/...
“La noche gremial y herida”
(página 86 y 102), está escrita en dos partes y es un verdadero museo
etnográfico donde se repasan todos los oficios perdidos: el “cebiquero”, latero o lañador, quien …/...arregla por menos que vale un funeral, las ollas cazuelas, baños y
cubos de cinc, las varillas rotas de los paraguas; el electricista, que atiende
una avería en el precario tendido eléctrico, el “afilaó” con su flauta
característica y su desvencijada bicicleta; el espartero, fabricante de pleitas
a quien visita el señor “Manué” pronunciando las eses más de lo que suele ser
frecuente en un entorno que tiende a comérselas todas…/..., motivo por el
cual, no hay duda, sabemos que es de Campanario, …/…trabajan la “empleita” para hacer las “aguaeras”, los cinchos para
exprimir el suero de los quesos, las esportillas, esportones y seras, capachos
para el “arperchín” de las almazaras y los soplillos para aventar los “anafres”…/...
En boca de este personaje, –“Manué”– acontece una anécdota sucedida al escritor
y paisano Antonio Reyes Huertas,
referencia casi obligada para el lector más joven de “Las veredas perdidas”,
sobre todo, cuando se trata de comprender el castúo, dialecto muy utilizado por
aquel en sus novelas y cuentos de chalanes, tratantes, “merchantes” o
“merchanes” de Campanario. Prosiguen los oficios gremiales con …/...el “pelliquero”, curtidor o “corambrero”; las modistas, bordadoras, hilanderas, tintoreros,
zurcidoras; el taller del sastre que
era un poco mandilón…/.. o sarasa; …/…cortadores
de lana, tapiceros y obreros; el
barbero, quien también en algunas ocasiones practica el oficio de sacamuelas
sin anestesia y con alicates en mano; el
labrador descontento porque “nunca llueve a gusto de todos”, los jornaleros con
los segadores, el leñador; los
piconeros, los colmeneros, los
cazadores, los furtivos tramperos, el hortelano, los pastores, el peón caminero;
el pregonero, el alcalde y los
concejales, el juez, los oficinistas y los policías municipales componiendo el
Concejo, hoy Ayuntamiento; monaguillos,
sacristanes, ermitaños, curas, párrocos, frailes, monjas de clausura…/... e
incluso …/...“las beatas de misal”; el maestro albañil y sus peones, el maestro
de escuela; el carpintero, el
gamellón haciendo las artesas de la matanza; el fumista y deshollinador, los relojeros; alambreros, el cartero y el telegrafista, el barquero –en los pueblos
donde hubiera río que vadear–; los
poceros y “zajorines” –zahoríes–, los mineros y barreneros; los sogueros y cordeleros que no solo
fabrican cuerdas con el cáñamo, sino que también hacen las alpargatas; los
tipógrafos y linotipistas; navajeros
y cuchilleros; el palomero cuidador de la colombicultura, el taxidermista; los pegueros o peceros extrayendo la pez, la
sustancia resinosa del almendro…/... y por último, …/...el sereno, sólo visible en las capitales…/... porque los
pueblos, aún siendo de La serena, carecen de sereno.
“Moíto” (página 114), narra la
historia de este personaje: …/...un
hospiciano, un “arrecogío” que una madre soltera dejó al nacer en la puerta de
un convento, y lo criaron las monjas…/...quienes le mandaron al hospicio cuando
fue un poco mayor…/... De aquí …/…escapó
para pasarlo muy mal, vagabundeando, huyendo de los niños que le tiraban
piedras y escondiéndose en el cementerio viejo, comiendo de la basura y
descalzo.../… “Moíto” acaba con sus huesos en la cárcel y cuando sale, sin
guardar rencor, …/...se hace amigo de los
niños y las mujeres que le cuidan, le dan de comer y lo mandan a los recados o
a por agua a la fuente…/... Pero la historia de “Moíto”, tiene un final
trágico.
Todo cuanto sucede y lo que se hace durante la estación del frío, cabe
en “Invierno” (página 120): …/...las apetitosas migas, la “pringá”, la
manteca “colorá”, las ristras de ajos y pimientos colorados, lo poco que ha
quedado de la matanza, los escasos melones colgados de la juncia, algunos con
botana;…/...la pereza de los niños al
tener que levantarse tan temprano de sus camas calientes. Alguna nevada
esporádica, las abundantes lluvias y las botas “katiuskas”…/...las latas del
brasero que suelen llevar las niñas al colegio, pues los niños, la calefacción
se la pone el maestro directamente en las manos con la palmeta de madera…/...es
la época de las matanzas…/...de la “trichina” –la triquina–, de la zambomba
hecha con la vejiga del cochino, Nochebuena, Navidad y la ilusión de los
escasos Reyes Magos…/... Pero también …/...es
la estación de los miedos…/... y nuestro autor nos acerca a “La leyenda de
López” devorado por los lobos y que ya conocemos, gracias a su anterior novela.
Otra vez está presente Reyes Huertas
con sus “Cuentos de lobos” y se nos recuerda que …/...sus obras fueron escritas en la finca “Campos de ortigas” de La
Guarda…/...
En el relato “La calle” (página
129), mientras los niños juegan en la zapatería de “Juan” …/...los “frijones” se cuecen en el puchero…/...
al ritmo de un …/...verdadero concierto
que sucede en la calle y de balde, gracias a varias radios que cantan “Cachito,
cachito mío” y “Yo soy minero” con Antonio
Molina desgañitándose…/...Todas las mañanas, las mujeres abren de par en
par las puertas de sus casas y comienza el ritual de la limpieza…/… al
mismo tiempo, se juntan para cotillear en el típico “marujeo” que viene a ser
como …/...la sal de las pequeñas cosas de
la vida…/… De nuevo las radios compiten entre el “Porompompero” de Manolo Escobar y “Salamanca campera” de
Rafael Farina. Y es que la radio, en
aquella época sin televisor, era el entretenimiento por excelencia, …/...toda una vida moliendo café escuchando
las famosas novelas “Ama Rosa” o “Lucecita” que bajan, como un eco “entresiesta”
por los corrales…/…
“El fantasma” (página 137),
cuenta la frustración de “Agustín”, el antiguo novio de la “Paulina” casada con
“Jacinto” y que, debido al desengaño amoroso, algunas veces se pasea por las
calles disfrazado de espectro…/...con una
sábana blanca de muselina para ser apedreado por la gente…/...
El movimiento y puesta en escena de diversas actividades, tiene lugar
en “La plaza” (página 139): …/…comienzan los madrugadores jornaleros
esperando que los dueños de las tierras les contraten; sigue el pregonero con
su vocerío, un camión vendiendo naranjas y un auténtico mercadillo montado con
tenderetes donde abundan las hortalizas y las frutas de temporada.../…
Poética descripción de “La fuente fría”
(página 143), que …/...embalsama su alma
con agua y luna clara…/... Hay mucha vida alrededor del líquido mineral:
…/…los caños y grifos, las lavanderas,
una niña que juega con su muñeca…/...
En “Agua mansa, agua brava” (página
147), la lluvia cae incesante …/…pasando
del inesperado chaparrón al anegante diluvio…/… Sucede …/...la tormenta y el granizo enfurece a la
torrentera que arrastra toda la tierra removida…/... Las niñas cantan …/…“Que llueva, que llueva, la Virgen de la
Cueva”. Pero la lluvia, ante todo, es recuerdo: …/...Antes yovía mucho má´c´ahora –sentenció “Aniceto”–…/... Y los
ríos se alimentan de la lluvia: …/...el
Molar, el Cestero y el Guadalefra por detrás de la ermita de la Patrona de La
Serena, la Virgen de Piedraescrita en Campanario; el Guadalemar o Gualemar en
Sancti Spíritu y Esparragosa de Lares; el Guadiámez en Hinojosa y el Valle; el
Ortigas retenido en la charca de Zalamea; el Zújar con sus pantanos y
afluentes; y el singular, calizo y pantanoso Guadiana…/...
“Pueblos blancos de sol y morenos de cal”
(página 153), …/...con sus fiestas y
ritos, con sus costumbres y habla con el deje característico. Pueblos a orillas
de los ríos y pueblos de secano, humildes y sencillos unos, tan señoriales
otros, pero tan nobles todos, tan acogedores…/... Nuestro autor hace un
recorrido histórico por estos pueblos serenos a la vez que nos regala las
biografías de sus personajes más ilustres: …/...Benquerencia; Cabeza del Buey con Diego
Muñoz Torrero; Campanario con Pedro
de Valdivia, Bartolomé José Gallardo
y Vicenta García Miranda; Castuera
con Manuel Godoy y Ventura Reyes Prósper; La Coronada; las
dos Esparragosas con el poeta Paco
Cañamero Dávila; Galizuela; La Guarda con Reyes Huertas; La Haba; Helechal; Higuera; Magacela; Malpartida;
Monterrubio; Peraleda del Zaucejo; Quintana; Sancti Spíritu; Valle con Donoso Cortés; Villanueva con Felipe Trigo; y Zalamea con Antonio de Nebrija y Calderón de la Barca…/...
En “El viejo molino” (página
170), “D. Leandro”, el maestro, anima a los niños para que estudien y sean
hombres de provecho: …/...a comerse la
vida como si fuese un pan tierno y partido en esa empanada de oportunidades iguales…/...
Evocación a las ruinas: …/…El viejo
molino del río que ya cerró, porque el trigo se muele más rápido y mejor con la
electricidad…/... El control de la economía: …/...El molinero reparte los vales para el pan a cambio del trigo llevado a
moler…/..., la santificación del pan:
El pan nuestro de cada día…/...es el alimento básico que está presente en casi
todas las comidas, se cuece en el horno de la tahona…/... y el placer de
las viandas: …/…donde también se asan los
pimientos morrones y de su calor salen los dulces…/... Continúa este
capítulo con …/…los trenes destartalados
de la época que apenas tenían fuerza para subir una cuesta; las visitas a la
farmacia con referencia al boticario Diego
Sanz de Campanario que inventó la popular crema…/… “Nínive”, hoy
comercializada bajo el nombre de “Nivea”,
y que ya conocíamos gracias al reportaje de investigación que nuestro
paisano Bartolomé Díaz Díaz publicó
en la Revista “Al Aire”[7];
…/…los médicos de cabecera, las
comadronas, los practicantes y el veterinario, quienes carecían de lo más elemental…/...
Con la llegada de la “Primavera”
(página 182), …/...los pueblos de La
Serena se visten de fiesta para celebrar romerías. Abril es el mes que enamora.
Los niños juegan sin parar mientras sus madres lavan la ropa con jabón
“Lagarto”…/... Procesiones y saetas en la Semana Santa. La primera comunión. Se siegan los primeros
cereales…/… y sale …/…la procesión
del Corpus por las calles llenas de “enjuncia” y que los niños aprovechan para
hacer los “perigallos”, esos látigos largos y sonoros…/...
A quienes lucháis con esperanza,
está dedicado el relato “El niño solo”
(página 188), donde se cuenta la historia de “Pablito”, un niño deficiente
psíquico: …/... sentado en el umbral de
su casa y que inspira ternura hasta al más bruto de la pandilla, “Pepón el espelucao”,
quien limpia la baba de “Pablito” con un pañuelo y le regala bellotas con
higos…/... Sincero ejemplo del amor contagiado a los demás compañeros. Pero
el entierro de “Pablito”, sobrecoge a todos.
“Paisaje sin fisuras” (página
192), supone el romanticismo paisajístico y singular de La Serena, con sus …/…amapolas, cardos, romeros, tomillos,
jaras, cañarejas, acebuches, madroños y zarzales. El bosque de álamos, pinos,
olivos... Madreselvas y líquenes verdiamarillos pegados a las piedras,
centenarias encinas y alcornoques de “La Real Dehesa” bajo el trino de jilgueros
y gorriones…/… (los gurriatos montesinos
en “La Nacencia” de Luis Chamizo).
Belleza y metafórica poesía cuando Antonio
Pérez nos dice: …/…La Serena se torna
paisaje con pájaros dormidos en la despierta rama de la impaciencia para
ampliar horizontes…/…
“El Vagabundo” (página 198), es
un canto a la libertad …/…a pesar de ser
el mayor de los vértigos…/… Un extraño bajo el nombre de “Salvador”, se
acerca por el pueblo para estudiar los movimientos y migraciones de las aves,
quien pone en conocimiento de los niños, el mundo de las alas que representa la
libertad: …/… cigüeñas, cuervos,
mochuelos y autillos o cárabos, búhos, lechuzas o corujas, perdices, tórtolas,
abubillas, avutardas, milanos, buitres, halcones, cernícalos, cogutas, patos,
grullas, avefrías (“aguanieves”), golondrinas y aviones…/… ¿No sería este “Salvador”
el propio Jesucristo?
“La pinga” (página 208), es el
“Platero” juanramoniano …/…la potra nueva
de color alazán, bellísima, casi perfecta y presumida, que mercó el tío “Manué”
en la reciente feria de Zalamea…/… Se cuenta sus desventuras con …/…la yunta, perros y gatos…/… entre …/…coces azules y vengativas…/… que
llevan a “La pinga” …/ …a irse de casa y
conocer el amor de un potro negro…/…
“El secuestro” (página 212),
narra la ausencia de la niña “Elenita la bailaora” y de su hermano “Benjamín”,
echados en falta por su padre “Serafín” a la hora de comer. Presentada la
denuncia, comienzan las especulaciones del …/…
sacamantecas, el tío del saco o los gitanos…/… Sobreviene el llanto de la madre
“Placeres alma de cántaro”, quien recuerda …/…al señor de la leyenda por ser una zona de lobos y jabalines…/…
(jabalíes), de nuevo “La Cruz de López” en el Valle de la Serena.
En “Verano” (página 218), los
niños …/… despreocupados, sin escuela y
“asolinaos” rompiendo sus vestimentas en los juegos, tal vez por ser telas de
baja calidad, hacen que sus madres siempre estén con la “abuja enebrá”…/…Segadores
venidos de otros pueblos, burros rebuznando y espantando moscas que son esquilados
con arte, al ritmo del pasodoble “Suspiros de España”…/…Los higos chumbos
maduros devorados por los niños…/… junto a …/…la sandía “colorá”…/… y que terminan con el postre del …/…“rico helado mantecado” vendido por el
hombre del carrito azul…/…
“Un chiquillo raro” (página
223), cuenta la historia de “Félix el Canana”, un personaje …/…solitario y agrio, sin amigos, sin trato
social, casi sin vida, con canas, como vengativo y lanzado a bravatas que,
fumando un “Bisonte” tras otro, espera en la parada del autobús –la viajera– la
llegada de un vástago al que llamará “Félix Ángel”…/…, pues su esposa,
“Aquilina” …/…está enferma de “fiebres
tercianas” y es estéril…/… Entre letrillas del genial Quevedo, el niño juega y es insultado por “Valentín Cuatro Ojos”
que le califica de “bastardo”. Pero en el fondo de ese frustrado personaje,
“Félix el Canana”, hay mucha humanidad y ternura.
“Ultramarinos Teto o el destino a la
fuerza” (página 232), es el supermercado de “Aniceto”, donde
encontramos …/…azúcares y coloniales, caramelos
y confites en “urnas de cristal”, legumbres secas y bacalao, cabestros y maneas
sin vitrinas, con estanterías sin pintar y mostradores llenos de mugre…/…
Allí se vendía de todo, desde …/…una
romana o un arado de vertedera, hasta los Reyes Magos de los niños…/…
Aprovecha Antonio Pérez, para cantar
a la esperanza: …/…Serena, apechuga con
lo que venga, “ajila”, “arrempuja”, tira “p´adelante”. ¡Espabílate, Serena,
espabílate! ¡Despierta!.../… Poética prosa para esa esperanza que nuestro
autor desea e incluso implora: …/…Las crestas
de tus pechos de estepa, manando finos pastos, amamantan tus rebaños…/…Tu
corazón rojizo de limo y verde esperanza…/… Reminiscencias chamicianas
cuando dice: …/…Tu faz oscura, parda,
“der coló de la tierra”…/… Y llega la primera televisión en casa del cura
“D. Julián”, quien …/…reparte papeletas
para verla…/…
“Los titiriteros” (página 244),
se instalan en el pueblo con su circo ambulante: …/…malabaristas, trapecistas y payasos zíngaros…/…que encienden la ilusión de los niños…/…Fantasía y realidad en los
colores de los sueños o el blanco y negro, perenne, de la vida…/…
En “El agua traicionera” (página
248), los niños cuentan historias …/…Cuanto
má´sean de miedo, mejó…/… dicho en boca de “Valentín Cuatro Ojos”, mientras
la vida transcurre tranquila para los porqueros y vaqueros, excepto en alguna
ocasión, como la paliza propiciada por “Bibiano el Roñoso”, a un chiquillo que
le insultó con su apodo. …/…El calor del
verano, a veces requema el alma y el equilibrio de la vida se altera cuando
algún niño o mozo, aparece ahogado en pozos o charcas. Otras veces, ese
equilibrio natural, se rompe con la venganza oscura y bravía…/… –al estilo
del drama ocurrido en “Puerto Hurraco”– …/…como
una cruel y negra tragedia…/… al tiempo que la radio de “Antonia la
Tarara”, sentencia …/…“Ay pena, penita, pena”…/…
La noticia será …/…dictada en una carta
por “Benita” a su nieta “Puri”, para su hermana Escolástica, que está por el
reúma, pasando una larga temporada en los baños de Alange…/… Una carta como
las de antes, …/…de gente buena y
sencilla…/… y que no tiene desperdicio: …/…“Querida
hermana Escolástica: Espero que a la yegada d´esta te encuentre´bien,
en compañía de tu esposo, nosotros bien, gracia´a Dio´. Por aquí jace mucha
caló, qu´este verano no´vamo´a asfixiá´. El otro día s´ajogó en er Pozo der
Cura, ayá en la Arrocampo, Santi, un mozo der Mico, que vive cerca de tu casa.
Ya l´he dao yo en tu nombre el pésame a la Jacinta, su madre, qu´está
mú´desconsolá la probe. Y sin má que decirte, saludo´de parte de mi familia pa
tu marío y pa ti. Recibe un fuerte beso y abrazo de tu ésta que lo é´. Benita”…/…
“Las eras” (página 258), es la
nostalgia …/…como un niño perdido en el
tiempo…/… quien nos acerca a …/…la
siega, al roce del “jocino” y a la era, empedrada y limpia, donde el trillo,
muchas veces conducido por un niño, desgranaba las mieses…/… La era es un
lugar de trabajo duro, pero sin quejas, mas al contrario, ese trabajo se
realizaba tarareando canciones: …/…En la
era se tendía La Serena, tarareante…/…como un encayado baile de pana y sudor…/…
“La Velá” (página 263), es …/…la fiesta grande a mitad del verano, el 15
de Agosto…/…, –“Asunción de la Virgen María”– y que ahora, ha venido en
llamarse “La noche eterna”. ../…Los
puestos y cacharros de volanderas, barcas y norias; el turrón de Castuera y las
escopetas de balines desde Malpartida…/…Las calles engalanadas con banderitas y
globos de colores…/…Los cohetes, el teatro de “Los Picazo” que vienen de La
Haba, el caballo del retratista, la banda de música y el buñolero…/…Aunque
pobre y aldeana, la vida se hace fiesta…/…
“La comedia de las pulgas”
(página 269), invita a la lectura de los Tebeos: “El Capitán Trueno”, “El Guerrero del antifaz”, “Hazañas Bélicas…, y
el humor de “Pulgarcito”, “Mortadelo y
Filemón”, “Zipi y Zape”, etc. Es en este ambiente humorístico, donde
“Cisco” lee a los niños “La comedia de las pulgas”, fábula con claros ecos
metafóricos de las distintas condiciones humanas.
“Parda emigración” (página 276),
es un homenaje a quienes se fueron de La Serena en busca de una mejor calidad
de vida, porque ningún padre desea que sus hijos pasen hambre. La emigración
sucedía año tras año; ahora sólo es recuerdo, pero no se ha terminado: casi
todos los días, vemos por televisión las imágenes de los pueblos magrebíes que
incluso pierden la vida a bordo de las pateras.
Nuestro autor, hace un recorrido por las consecuencias de la huída, sin apenas plantearse las causas,
porque la emigración es un problema que, tarde o temprano, nos afecta a todos,
y es en sus consecuencias donde percibimos los estragos del desarraigo.
Llega “Octubre” (página 282), …/…con los recuerdos estivales…/…Octubre
somos todos…/… Esa es la metáfora que Antonio
Pérez utiliza para resumir la decadencia del ser humano. Octubre es el
tiempo que pasa, como nos recuerda el poeta Antonio Machado: …/…“Todo
pasa y todo queda”…/…, verso que “corrije” nuestro autor para decir que …/…el tiempo pasa, pero nada queda…/…esa nada
que es la única salida correcta de la vanidad…/… Y ya …/…han pasado 40 años desde aquella plácida niñez…/…Octubre es la
fiebre de una gripe con el termómetro de mercurio roto en el piso de una ciudad
industrializada…/…, donde emigraron las familias …/…Los niños protagonistas, ya tienen canas y se han casado. Viven y
trabajan en el Norte o en Madrid…/…Las veredas perdidas en lo borroso de la infancia
y la desgana, vuelven a resurgir por la fuerza de la amistad…/… Y se cita
al poeta Rainer María Rilke, padre
de la poesía europea: …/…“No creáis que
el destino sea otra cosa que la plenitud de la infancia. La felicidad más
visible tan sólo se nos da a conocer cuando la transformamos en el interior”…/…
“¿Maldita publicidad?” (página
294), ironiza sobre esta moda agresiva y consumista de …/…ensuciar los buzones y los umbrales…/… Se hace un repaso por los programas
radiofónicos: consultorios como …/…“Elena
Francis”…/… y televisivos: …/…“Los
Picapiedra”, “Félix el Gato”, “El oso Yogui”, “Heidi”, “Rintintín”, “Bonanza”,
“El Viriginiano”, “El Santo”, Superagente 86”, “Crónicas de un pueblo”, “Plinio”,
“La casa de la pradera”, “Curro Jiménez”…/…, las películas con sus rombos
correspondientes: …/…“Fantomas”,
“Fumanchú”, “El Zorro”, “Tarzán”…/…, programas infantiles como …/…“Los Chiripitifláuticos”, “Barrio Sésamo” y
los payasos Gaby, Fofó y Miliki…/…, mientras en los intermedios, nos “bombardeaban” con
…/…el negrito del “Colacao”, las sopas “Gallina
Blanca” y la sal de frutas “ENO”…/ …Las
casas se llenan de electrodomésticos a pagar en cómodos plazos y las madres ya
tienen su medalla “Hoy te quiero + que ayer pero – que mañana”…/… Los Reyes
Magos son más ricos: …/…“Scaléxtric”,
“Juegos Reunidos Geyper”, el “Tocador de la Señorita Pepis”, las bicicletas
“Orbea”…/…Y en la escuela, ya se tiene pegamento “Imedio”, gomas de borrar
“Pelikán” y diccionarios “Sopena”…/…
En el capítulo 38 y último “El ángel de las
aguas” (página 301), de nuevo hay un canto a la esperanza. Sucede el
reencuentro de “Cisco” y “Pepe el Botana” al cabo de muchos años, quienes
hablando resuelven el misterio de la desaparición de éste último, cuando de
niño cayó en un pozo. Y es que …/…algo
tendrá el agua cuando la bendicen…/…, hasta …/…un ángel que mide la anchura del tiempo…/…
Y cierra el libro un extenso “Vocabulario”
(página 306), al que antes hemos hecho referencia y, como dijimos, muy útil para
entender aquellas palabras del castúo que los personajes han pronunciado a lo
largo de la novela.
CONCLUSIÓN
En “Las veredas perdidas”, está la voz de unos personajes
enternecedores, humanizados y reales, que pudimos ser nosotros mismos y que van
siguiendo la lectura del libro “La Serena. Manuscrito”, original de Antonio José Vallejo, porque leer es
gratis, ayuda a la comprensión y tolerancia con los semejantes y además, nos
instruye como personas en el difícil camino de la vida. Personajes que nos acercan
a nuestra comarca y nos hacen entenderla un poco mejor, conocer su historia y
emocionarnos. “Las veredas perdidas”, supone un volumen más en la extensa
bibliografía de La Serena, una tierra maravillosa habitada por gente noble y de
la que nos sentimos orgullosos, pues como Justo
Vila dice en su libro antes aludido: …/…La
Serena es una resumen de la provincia de Badajoz. Por eso lo primero que aquí
llama la atención es la variedad de paisajes. En unas noventa leguas cuadradas…/…se
pasa de los llanos de Campanario y La Coronada a las dehesas de Quintana y
Benquerencia; de las sierras de Castuera, Helechal y Zarza Capilla a las
estepas más extensas de la península; del bosque y matorral mediterráneos a un
“archipiélago” de embalses (La Serena, Zújar, Orellana), encontrándonos así con
toda una serie de biotopos característicos de la España interior que convierte
a la que fuera Real Dehesa en uno de los muestrarios más interesantes de
cuantos existen en el pais…/…¿Cuál es el secreto de La Serena?../… El secreto
de La Serena es su luz, proclaman, cordiales, dos cigüeñas[8]…/….
Y el pasado 30 de Septiembre, el Diario “Hoy” publicó una crítica
literaria de “Las veredas perdidas”, firmada nuevamente, por Manuel Pecellín[9],
quien bajo el título “Elogio de La Serena”, nos decía que …/…la auténtica protagonista de este libro es
sin duda La Serena, con la que se habla y a quien se hace intervenir, en audaz
prosopopeya, como si de una admirable dama se tratase…/…, y en gran titular,
apuntó: …/…Este escritor posee un extraordinario
dominio del lenguaje…/…
No lo toques más, que así es la
rosa, en palabras de Juan Ramón
Jiménez para expresar que el poema estaba terminado. Y este mismo verso
aplicamos a esta novela: No la toques
más, que así es La Serena, que así es este libro.
Particularmente,
he disfrutado muchísimo con la lectura de una gran obra. Les recomiendo a todos
los nacidos en La Serena o quienes han tenido o tienen vinculación con esta
comarca, que tengan en su biblioteca este libro. A mí me ha llevado por el
camino del ensueño, la nostalgia, la poesía y el recuerdo de una época preciosa
a pesar de sus carencias. Quien no
recuerda el pasado, difícilmente podrá vivir el futuro, dijo el escritor y
filósofo Jorge Santayana. Y ese
tiempo pasado, ha sido el cimiento de quienes ahora hemos cruzado la barrera de
los 40 años.
Enhorabuena al escritor y poeta Antonio
Pérez Carrasco, porque nos ha hecho partícipes de su memoria. Desde estas
líneas y en Campanario, nuestro pueblo y también el suyo, le deseamos muchos
éxitos para sus futuros proyectos.
Aer… ¡Velaí!
Muchas gracias a todos.
Campanario,
Teatro-Cine Olimpia,
12 de
Noviembre del 2004.
© Cosme López García.
[1] A propósito de la presentación del libro “Las veredas
perdidas”, original de Antonio Pérez
Carrasco. Teatro Cine Olimpia de Campanario. (Viernes 12 de Noviembre del
2004).
[2] Publicado en “XXIII Feria del Libro de Badajoz,
Primavera del 2004”. Excelentísimo Ayuntamiento de Badajoz. Pregón de Jesús Sánchez Adalid. Páginas 17 y
siguientes.
[3] Manuel Pecellín
Lancharro. Suplemento cultural “Árrago” del Diario “Hoy”. Página 38. (Miércoles 10 de Abril del 2002).
[4] Juan Ramón Jiménez (1881-1958). En su poema “Vestida de inocencia”, explica esta pureza de su Poesía con la metáfora del vestido como influencias de otras poéticas y como la desnudez de lo puro al despojarse de esos vestidos-influencias: Vino primero pura / vestida de inocencia / después se fue vistiendo / de no sé qué ropajes / y quedarse desnuda, / ¡oh poesía pura / ya mía para siempre!
[4] Juan Ramón Jiménez (1881-1958). En su poema “Vestida de inocencia”, explica esta pureza de su Poesía con la metáfora del vestido como influencias de otras poéticas y como la desnudez de lo puro al despojarse de esos vestidos-influencias: Vino primero pura / vestida de inocencia / después se fue vistiendo / de no sé qué ropajes / y quedarse desnuda, / ¡oh poesía pura / ya mía para siempre!
[5]
Marcel Proust (1871-1922). “En busca
del tiempo perdido”. Además de ser la Obra cumbre de la Literatura Francesa del
siglo XX, es también una de las más grandes creaciones de todas las épocas, donde
encontramos la transposición en el relato de elementos de la vida de Proust y de personajes y ambientes
sociales de su tiempo con una escritura de inmejorable poesía. (Marcel Proust: “En busca del tiempo perdido. 1 Por el camino de Swann”, Alianza Editorial S.A., Madrid, sucesivas
ediciones desde 1966 hasta 1985).
[6] “En cuanto amanezca. Viaje a la provincia de Badajoz”.
Justo Vila Izquierdo. Ilustraciones
de Javier Fernández de Molina.
Editado por “Los libros del Oeste” , 2004. Página 101.
[7] “El Laboratorio Calatrava de D. Diego Sanz de la Cruz”.
Bartolomé Díaz Díaz, Revista
Cultural “Al Aire” Nº 4, Julio de 1999. Página 12. Edición del Excelentísimo
Ayuntamiento de Campanario.
[8] “En cuanto amanezca. Viaje a la provincia de Badajoz”.
Justo Vila Izquierdo. Páginas 73 y
81.
[9] Elogio de La
Serena. Manuel Pecellín Lancharro.
Diario “Hoy”, 30 de Septiembre del
2004, página 58.
¿como puedo conseguir el libro Las merinas perdidas?
ResponderEliminarGracias
Mi correo es j.de.ugarte@gmail.com