SEÑOR Alcalde, Señor Concejal de
Cultura, Señoras y Señores:
Buenas tardes/noches a todos, mis queridos amigos y paisanos.
Es un verdadero placer, presentarles hoy en nuestro pueblo, Campanario, al poeta Plácido Ramírez Carrillo, placer que se traduce en orgullo, porque Placido y su mujer, Isabel María del Pilar Delgado Maya –Placi y Elia–, son amigos míos desde hace mucho tiempo y, puedo decir, otra vez orgulloso, que son de las mejores amistades que he tenido y sigo teniendo. No en vano, los dos hemos compartido muchos momentos en actos culturales como recitales poéticos, presentaciones de libros, cenas literarias, exposiciones, congresos de escritores extremeños en Plasencia (1996), donde presentamos una comunicación conjunta[2], y en el congreso celebrado en Trujillo cuatro años después, donde nuevamente leíamos nuestras respectivas comunicaciones[3] junto a otros compañeros en el mundo literario (Justo Vila, Jorge Márquez, Luciano Feria, García Calderón, Rodríguez Búrdalo, Rosa Lencero, los tristemente desaparecidos Ángel Campos y Dulce Chacón y un largo etcétera de autores contemporáneos). Fue Plácido quien presentó mi primer libro de poemas Desde una mirada cómplice y Edad, editado por este Excmo. Ayuntamiento de Campanario, aquí mismo, en la Casa de la Cultura del Parque, el verano de 1986, un mes antes, también lo presentó en el Aula de Poesía Enrique Díez Canedo del Museo de Arte Contemporáneo (MEIAC) de Badajoz y que dirigía el poeta Ángel Campos antes aludido. Posteriormente, Plácido vuelve a nuestro pueblo para presentar la última obra que me editó Carisma Libros y que dirige nuestro mutuo amigo Paco Huerto, esta vez de relatos, Todo el amor que te di –Cuentos y Recuentos–, en el mismo lugar del Parque y también en verano (agosto de 2008), presentándolo nuevamente en octubre del mismo año en la Feria del Libro de Guareña. Por todo ello, me resulta placentero hablarles a ustedes de este carismático escritor y, por supuesto, con mucho cariño, comentar su poética.
Nuestro autor,
nacido en 1955 en Puebla de la Reina y con raíz campanariense, pues su abuela
materna era de aquí. Pasa la infancia y la adolescencia en Leganés (Madrid),
donde ve morir a su padre, emigrante y obrero que fue en Alemania, debido a una
grave enfermedad. El niño huérfano Plácido, que es ingresado en colegios de
auxilio social, ya tiene marcado este golpe al que se le añadirá posteriormente,
a la edad de 35 años, la extirpación de un pulmón y que le obligará a constantes
viajes al hospital Puerta de Hierro
de Madrid para las numerosas revisiones que debe hacerse a lo largo de su vida.
Sin embargo, no por ello dejará de luchar diariamente, trabajando en todo
aquello que pueda reportar un beneficio económico a su familia y ayudar así a
su dolida madre, además, saca tiempo para leer todo lo que cae en sus manos y,
poco a poco, se va haciendo un poeta cada vez más grande. Comenzando los años 80,
funda la Casa de Extremadura en Leganés, donde es elegido Vocal de Cultura.
También asiste al Taller Literario de la Universidad Popular, donde es asiduo
colaborador de la revista que publica. Regresa a nuestra querida tierra y crea
en su pueblo la Asociación Cultural Puebla
de la Jara, donde dirige la revista bajo el título Tamújar. Tiene tres hijas: Cristina,
Isabel y Bárbara y ha sido abuelo no hace mucho. Hoy reside en Badajoz, a
cuatro manzanas de mi domicilio. Siempre pateándose las esquinas, está presente
en todos los actos que tengan algo que ver con los libros y la cultura en
general. Miembro del jurado de varios premios de Poesía que se fallan en
Badajoz. Asiduo colaborador de la revista El
Ancla, la cual también dirige. Participante y presentador junto al poeta amigo
Jaime Álvarez Buiza en las sucesivas
Ferias del Libro de Badajoz, tanto en Cuento como en Poe-sía, de las ediciones
de El Vuelo de la Palabra que todos
los años edita este Ayuntamiento. Socio y coordinador de la Sección de
Literatura del Ateneo de Badajoz. Miembro de la Asociación de Escritores
Extremeños (AEEX) y coordinador de su revista El Espejo. Habitual asistente y conferenciante en numerosos
congresos de escritores, así como lector de su propia Poesía en innumerables
recitales de España y Portugal. Colaborador en los homenajes a San Juan de la Cruz y Jesús Delgado Valhondo, cuyos libros
fueron publicados en 1987 y 1994, respectivamente, en los Cuadernos Poéticos Kylix que dirigía el cura Juan María Robles Febré
ya fallecido. Participante en la antología editada por Lusitania Ediciones, Historias
con Música: 43 autores de aquí (1998) que llevó a cabo el incombustible
escritor, también amigo nuestro, Juan
Antonio Méndez del Soto. Sus poemas y su firma, figuran en más libros
conjuntos, como Extremadura: tierra de
libros (2008) y en una antología de las que año tras año, publica el Gran Café Victoria[4]
de Badajoz (2006). Director y organizador del certamen Otoño Literario y Solidario que todos los años invita a la lectura y
publicación del libro de varios autores extremeños que viven dentro o fuera de
nuestra Comunidad. Ostenta además, cargos como Vocal de Cultura de la Asociación
de Vecinos Santa Marina y Presidente de la Asociación de Amigos del Museo de la
Ciudad Luis de Morales. Posee varios premios literarios y hace un par de años,
su pueblo natal le rinde un homenaje que culmina con la colocación de una placa
en una nueva calle con su nombre y apellidos.
Desde el año
1982 hasta la fecha, tiene publicados siete libros de Poesía: Vereda (1982), Añoranzas (1991), Camino de
luz, sombra y silencio (1994), Escritos
al amor de la noche (1997), Al sur de
la melancolía (2003), Ensayo de la
metáfora (2006) y el que hoy nos ocupa, Diario
azul del titiritero (2011). Hace 14 años que, a un servidor, le cupo el
honor de escribir el prólogo para su libro Escritos
al amor de la noche, además de presentárselo en su pueblo aquel verano y a
donde nos desplazamos desde aquí, Bartolomé
Díaz, José Huertas y un servidor.
Y Plácido no
para de escribir. Aún le quedan varios libros de Poesía y de Cuentos inéditos.
Con una biografía tan sobresaliente de currículum, observamos que desde muy
joven, su gran sensibilidad le llevó por los caminos del verso, la rima y las
quimeras, porque Plácido es soñador y como tal, las lecturas de los grandes
maestros de la Poesía, le van engrandeciendo como Poeta. Escribir un poema puede
ser más o menos fácil, pero escribir un buen poema es otra historia. Y nuestro
autor escribe muy buenos poemas. Consigue metáforas transparentes, no suele salirse
por la tangente, Plácido es plácidamente
plácido, válgame este juego de palabras para expresar, machadianamente
hablando, la inhermeticidad de su lenguaje poético. Versos que escribe mientras
observa la tristeza de alguien, mientras mira un paisaje o el atardecer con las
primeras estrellas de la noche. Versos dedicados a los niños y que componen sus
famosas nanas. Versos hilvanados que necesita apuntar y repuntar en un papel
para que ese instante no se olvide, para que el momento de la circunstancia
que ha originado el poema, no se pierda y así poder contarlo, recitar hasta la
última letra de sus octosílabos o endecasílabos bien medidos. Todos los poemas son de circunstancias, dijo
el gran escritor y poeta inglés Gilbert
Keith Chesterton. Y así es. Lo
que pasa, es que esas circunstancias, pueden traer consecuencias con
mayor o menor carga poética. E indudablemente, encontramos en los versos placinos esa consecuencia circunstancial
que es poéticamente correcta. Un ejemplo muy significativo, lo observamos en muchos
de sus poemas y que, bien por su belleza, construcción, evocaciones al
recuerdo o nostalgias, nos agradan sobremanera:
Quiero morir en mi pueblo,
ser espiga en los trigales.
Soñar en mi eterna siesta
con el sol de media tarde.[5]… / …
Los versos de Plácido,
guardan similitud con la célebre oda A un
olmo seco de Antonio Cipriano José
María Machado Ruiz, célebre poeta de la Generación del 98, reconocido en
todo el mundo simplemente por Antonio
Machado, ¿recuerdan?:
… / … Antes
que te derribe olmo del Duero,
con su hacha
el leñador, y el carpintero
te convierta
en melena de campana,
lanza de
carro o yugo de carreta;
antes que
rojo en el hogar, mañana,
ardas de
alguna mísera caseta,… / …
… / … olmo,
quiero anotar en mi cartera
la gracia de
tu rama verdecida.
Mi corazón
espera
también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro
de la primavera.[6]
Son las mismas
circunstancias –Morir en mi pueblo
en Plácido y la muerte del olmo en Machado–, las que se adentran en la
sensibilidad más profunda de ambos poetas y, cada uno, escribe su consecuencia
que también viene a ser la misma: el dolor e impotencia ante la muerte. Sin
embargo, los dos escritores mantienen abierta la puerta de la esperanza,
Plácido en ser espiga en los trigales. / Soñar en su eterna siesta / con el sol
de media tarde, y Machado en el deseo de anotar en su cartera / la gracia de la rama verdecida –la del olmo–
y esperar con el corazón, / también,
hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera.
Comparar los
versos de Plácido con los de Machado, no resulta en absoluto algo irrazonable,
porque seguimos encontrando, además de la llaneza y claridad en la expresión
antes aludida, muchas palabras que para los dos poetas significa mucho y que
guardan el contenido de una buena parte de cada obra. Una de esas palabras es "tarde". La tarde cayendo
diariamente sobre todos los asuntos del ser humano. Hay varios ejemplos
paralelos en ambos poetas. Así, cuando leemos a Machado:
La tarde
todavía
dará incienso
de oro a tu plegaria,
y quizás el
cénit de un nuevo día
amenguará tu
sombra solitaria.[7]
O también al leer a Plácido:
Sombra, siesta, tarde.
A los bolindres los niños
juegan en la calle.[8]
Para ambos, es
en la tarde con su sombra, cuando mejor se desarrolla la actividad sensible.
Por eso, para Machado es el momento cuando pueden cumplirse nuestros deseos o
rogativas, es el instante de la plegaria, es la tarde la que nos trae-rá incienso de oro. Lo mismo sucede en los
versos de Plácido, quien asocia la tarde con la siesta (soñada con el sol en el
anterior poema) y también la sombra para que los niños puedan desarrollar sus
ilusiones, el juego de los bolindres,
en este caso. La tarde nos abre sus puertas y nos acoge para expresarnos. La
tarde es quien nos invita a liberar en su tránsito toda nuestra energía
acumulada, a ejercer nuestra libertad de los sentimientos más profundos y
sinceros. Machado y Plácido…, Plácido y Machado dándose la mano, porque existe
entre ellos la comprensión hacia las pequeñas cosas y la sencillez para poder
nombrarlas. Plácido Ramírez, persona noble y poeta llano. Así pues, nos atrevemos
a compararle con Antonio Machado, porque como reza uno de sus versos, ambos son, en el buen sentido de la palabra,
buenos.
Pasemos ahora,
a conocer mejor la última Poesía de Plácido, este libro que hoy nos convoca, titulado
Diario
azul del titiritero, con prólogo del cura y novelista también
extremeño, Jesús Sánchez Adalid y las
bellísimas
ilustraciones artísticas conseguidas por la genial pluma del dibujante y pintor
Juan Fernández Pinilla, residente en Madrid y de raíces extremeñas.
Salió a la luz el pasado mayo, en el mes de las flores y cuando tuvo lugar la
última Feria del Libro de Badajoz, donde en la carpa que monta su Ayuntamiento,
se realizó la primera presentación de este libro a cargo del incansable poeta José Iglesias Benítez, quien a su vez,
es el director de Beturia Ediciones,
editorial que en la denominada Colección
Dávila y desde Madrid, ya cumple muchos años publicando a poetas extremeños,
de la talla, entre otros, de Rodríguez
Búrdalo y Juan Calderón
anteriormente mencionados, Santiago Castelo,
Tomás Chiscano, Álvarez Lencero, Lola
Santiago, Rufino Félix Morillón
o el propio Iglesias Benítez.
¿Por qué un Diario,
además Azul y, por si fuera poco, patrimonio de un Titiritero? Vamos a intentar esclarecer este
eneasílabo título y que tantas metáforas nos sugiere. Es en un diario, donde
dejamos constancia de todo lo que hacemos, en sus páginas, están nuestras
vivencias, alegrías y momentos de dolor, ilusiones y frustraciones que se
apuntan para no olvidar y refrescarnos la memoria siempre que abramos ese
diario, algunos incluso lo cierran bajo llave, pues como una caja fuerte, ahí
quedan depositados nuestros secretos más recónditos, que suelen ser más
valiosos que cualquier joya. Y a este Diario, Plácido le asigna el color Azul,
porque es el Azul el color de la Poesía. Recordemos que, fue Félix Rubén García Sarmiento, más conocido
por Rubén Darío, quien con la
palabra Azul, titulaba el
libro que abrió las puertas al Modernismo, movimiento Literario del siglo XIX.
Y nuestro querido amigo y poeta tan recordado, Manuel Pacheco, también escribió uno de sus libros con el título Azules sonidos de la Música[9],
donde ensalza a muchos compositores y a sus obras musicales. Y ese Titiritero
somos todos, simples marionetas luchando en la cuerda floja del escenario de la
vida, haciendo malabarismos para llegar a fin de mes y sorteando el azar para no
morir en un accidente, títeres de un teatro que escribimos, cada uno a su
manera, en nuestro diario y que Plácido Ramírez, convierte en Poesía al teñirlo
con su color, el Azul.
Nos dice
Sánchez Adalid en el prólogo, que Esta
obra está llena de honestidad, humildad, reflexiones y silencios. Que es un
… / …precioso poemario… / …es una obra de
singular transparencia cuyas honduras existenciales parten de la propia
cotidianidad… / … Añade que … / …Camina
nuestro plácido poeta por la senda de la emoción desde una distribución poética
trabada y un discurso afianzado en la sencillez expresiva… / … Alaba … / …el exquisito y depurado gusto… / … de
nuestro Poeta. Nos apunta que … / …las
imágenes poéticas son de una extrema sencillez, naturalidad y frescura… / … Que … / …La rica sensibilidad vertida por
Plácido Ramírez contiene pasajes de especial intensidad y belleza… / … Y
termina Adalid, a modo de resumen, expresando que … / …este poemario es una mirada contemplativa e iluminada del único don
realmente precioso, el amor.
La
dedicatoria es todo un poema y, aunque Plácido no lo dice, sabemos que se
refiere a su nieta, Dolores Ramírez
Matos, hispano-lusa, hija de su Cristina
y de Luis, muchacho de Elvas, pues
en palabras textuales escribe: A Lola,
por supuesto, que llega a la vida en una / tarde de color y magia, como este libro.
Podemos observar que, la palabra tarde, sigue estando presente.
Comienza
el texto con un mensaje de gratitud por parte del autor hacia las personas que
han intervenido en esta obra y a las que ya hemos hecho referencia. También,
aprovecha Plácido para explicarnos la génesis del libro, así como los premios
obtenidos. El continente de las páginas, está estructurado en dos partes: la
primera bajo el título genérico del poemario completo y en la segunda, Plácido
cambia el Diario azul del titiritero
por otro nuevo y más triste: Diario gris
de invierno.
Y
el poeta Plácido, en este Diario azul,
rinde homenaje a nuestros compañeros también poetas, trayendo a estas páginas,
algunos versos suyos a modo de citas. Así, los autores Irene Sánchez, Álvarez Buiza,
Antonio Castro, Iglesias Benítez, Luciano
Feria, Juan Manuel Barrado, Álvarez Lencero, Rodríguez Búrdalo, Moisés
Cayetano, Rufino Félix Morillón, Antonio Román Díez, Santiago Castelo, García Calderón, Martín Tamayo, Juanma Cardoso, Calderón Matador, Delgado Valhondo, Dulce Chacón y Miguel Hernández, también están presentes titiriteando este Diario que nos aborda.
Seguimos
encontrando un paralelismo en el modo o estilo de escribir y que tanto nos
recuerda al poeta Antonio Machado, pues para ambos, la poesía es una honda palpitación del espíritu, es la expresión
íntima del sentimiento personal del poeta, pero, aunque íntima, pretende ser
universal: es el diálogo del hombre, de
un hombre con su tiempo. La Poesía es un diálogo de un hombre con el tiempo
de cada uno. Estos dos poetas, pretenden eternizar ese tiempo objetivo para que
permanezca vivo el tiempo psíquico de cada poeta, para que sea universal. Y los
dos rechazan el Creacionismo porque cultivan la imagen como algo en sí mismo. También le dan mucha
importancia al sentimiento que ha de impregnar la imagen. Las imágenes que no
parten del sentimiento, sino sólo del intelecto, no valen nada. Y además, rechazan
la Poesía Surrealista, porque no tiene estructura lógica. Para ellos, esto
sería una deshumanización que no comparten. La Poesía debe hablar con el corazón.
Persiste la
tarde machadiana en los poemas de las páginas 29, 37, 47 y 53:
… / …Se nos
fue la tarde
por un puente
de plata.
… / …Lentas las tardes para escribir
tu nombre en cada encina
de este campo de recuerdo… / …
Contemplar la tarde
desde este balcón de risa
y de mágicas miradas… / …
O en la página 60 de este Diario y que Plácido dedica a María Dolores, Elia y Julián:
… / …Llegó la tarde soleada
a las calles de esta ciudad
que cambió la historia… / …
Y también la tarde como metáfora del exquisito lenguaje (página 65):
En perfecto equilibrio
viene la tarde armoniosa,
con su encuadre original
y exquisito vocabulario… / …
Otra de las palabras clave en Machado y muy pronunciada por Plácido, es el
camino, ese espacio largo que
las buenas gentes recorren para desarrollar sus trabajos en el trasiego constante
de la vida. Machado soñaba con los caminos:
Yo
voy soñando caminos
de
la tarde. ¡Las colinas
doradas,
los verdes pinos,
las
polvorientas encinas!…
¿Adónde
el camino irá?
Yo
voy cantando, viajero
a
lo largo del sendero…
–la
tarde cayendo está–[10]… / …
Y en un célebre poema, Machado nos dice que no existe el camino si no se
anda por él:
… / …Caminante no hay camino,
se hace camino al andar[11]…
/ …
En Plácido, el camino se hace lugar de encuentro con las personas que reconoce
y quiere, estando ese camino además, rodeado de árboles donde figuran grabados
los nombres de tanta gente. Plácido sueña con esos árboles del camino y con la
luna que lo ilumina en la noche (página 25):
Me hallarás contigo en el camino,
donde hay lunas que brotan de los sueños
donde los árboles te harán señas
y tendrán escritos nombres y apellidos… / …
Y sentencia en el poema de la página 66, que para encontrar la verdad, no
hay que andar el camino deprisa, porque nunca la hallaremos en la meta, sino en
todo aquello que nos acontezca durante el trayecto del propio camino:
… / …No hay que tener prisa
para andar el camino
y descubrir la verdad… / …
Otra palabra muy constante en ambos escritores, es el amor, el sentimiento más noble que puede caber en los
corazones de las personas. Machado dice:
… / …ariscos pedregales, calvas
sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y
guerrera,
hoy siento por vosotros, en el
fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de
Soria![12]... / …
Y Plácido escribe en las páginas 26, 41, 45, 46, 47, 53 y 55:
… / …busco la precisa metáfora
del amor y la esperanza… / …
… / …A solas voy por ver si me encuentro
entre tus cartas de amor
y en tus poemas de sueño… / …
… / …Abrazarte la cintura otra vez,
mirando tus ojos y el horizonte… / …
… / …Quiero encontrar en tus labios
un beso impreciso… / …
… / …Te envío una carta de amor
donde van mis recuerdos, mis besos
y mis blanquísimos sueños.
… / …Veremos despuntar el alba, amor.
El amor, como la noche humilde
de este lunes con tanto resplandor…/ …
Se suceden los besos,
las caricias y la conversación… / …
Versos blancos para tus labios… / …
Puro romanticismo en la página 65:
… / …Los paisajes de tus cuadros, amor,
abren mis ojos a la fantasía,
con tu mirada romántica… / …
Y en la página siguiente, desea quedarse dormido junto a su amada:
… / …Quiero cerrar los ojos otra vez
al amor de tu pecho imposible.
Hasta
convertir los momentos íntimos en el silencio que otorga el sosiego del hecho
de dormir:
Saborear tu
cuerpo desnudo
al ritmo
suave del silencio.
La primavera es otra palabra muy
importante para los dos poetas, presente en muchos de sus poemas, como ya hemos
leído a Machado en el dedicado al olmo del Duero y encontramos en su famosa
Saeta:
… / …¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz![13]... / …
También está en
la página 33 de este libro::
La primavera
firma besos
con nombre y
apellidos
por esquinas
de melancolía… / …
O en las últimas
estrofas del último poema y que Plácido, en la página 68, dedica a su mujer:
… / …Busco la
primavera azul
en las sombras
de este domingo
distraído y
sin horizonte… / …
… / …Mientras
abril, al fondo, clarinea.
Poniendo el
punto y final para cerrar así el libro con ese último verso, con esa primavera en
el mes de abril donde la luz despunta, simbolizando una puerta que se abre a la
esperanza.
Así
podríamos continuar hallando las palabras, pensamientos, sentires y figuras
estilísticas tan semejantes en estos dos grandes escritores. Creemos que ha sido
suficiente esta pequeña muestra. Les dejamos a ustedes, amigos lectores, que
descubran nuevas metáforas si deshojan este libro. Aseguramos que quedarán
emocionados y plenamente satisfechos.
Plácido
ha escrito un poemario transparente de metáforas, construidas con unas palabras
bellísimas que ennoblecen cada estrofa hasta convertirlas en verdadero arte
literario. Y todo ello lo consigue con la sencillez, sin otras armas que la utilización
del verso corto –menos de ocho sílabas– que otorgan a los poemas una
musicalidad extraordinaria, a pesar de que los ha escrito en verso libre y
prescindiendo de las muletas que sólo sirven para sostener la rima. Por medio
del ritmo natural inherente en el lenguaje literario de Plácido, consigue esa
sencillez, por otra parte, tan difícil de lograr, pues hay escritores que
buscándola, se topan con el terrible golpe de la cursilería, en cuyo caso,
estaríamos ante una poética mediocre. Plácido compone ahora su Poesía más
depurada, para algo tiene que servir la madurez. Como suele decirse, los buenos vinos mejoran con los años.
Señoras
y Señores, finalizo reiterándome con las mismas palabras que comencé: ha sido
para mí un honor y un placer que siento con orgullo, presentarles a ustedes al
poeta amigo, Don Plácido Ramírez Carrillo.
Me
despido recitándoles un poema que le dediqué al poco de conocernos, hace ya
muchos años:
CARTA AL POETA AMIGO
PLÁCIDO RAMÍREZ CARRILLO
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
[Miguel Hernández]
Mi querido compañero, mi querido amigo:
¡teníamos tantas cosas que decirnos!
sobre la piedra del recuerdo echada
a rodar caminos de polvo y silencio.
Ayer pasó en un constante ajetreo,
entre la gente alrededor los hospitales,
–y yo no saber de ti sino un rumor
pequeño, pequeñito como es la vida–.
Fuimos desconocidos viajando en el mismo tren,
ahora el azar nos ha sentado al lado;
y empezamos a hablar, a conocer del otro
porque ya muy poco puede separarnos.
Tú sudas mientras escribes a golpe de martillo
el verso lleno de experiencia acontecida,
poema a poema tú sudas con tu alma toda
y a solas andas acera abajo, acera arriba.
Pero llueven primaveras y jardines florecen
dentro de este laberíntico misterio:
así hemos nacido para vivir inquietos,
así vamos un día y otro día viviendo.
Suceden calendarios que nos cuentan el tiempo
quien dice no parar nunca ni siquiera
sonámbulo en los sueños acostados:
¡esta arena líquida cayendo cual hoja o trébol!
Árbol talado que retoña, canciones de memoria
aprendidas a fuerza de oírlas llorar.
Nos queda siempre la vida hecha columna
de fuste gigante y en ascuas vertical...
Les dejo ya con
la voz del Poeta aquí presente.
Muchas
gracias a todos.
Campanario, 9
de agosto de 2011
© Cosme López García
[1]A propósito de la presentación en Campanario el martes
día 9 de agosto de 2011 a las 21:00 horas, del libro de Poesía Diario
azul del titiritero, original
de Plácido Ramírez Carrillo, 70
páginas, Beturia Ediciones, Colección Dávila,
Madrid 2011.
[2]La poesía extremeña a finales del siglo XX. Plácido Ramírez Carrillo
y Cosme López García. Comunicación leída por Plácido durante la celebración del VII Congreso de Escritores
Extremeños los días 19
y 20 de abril de 1996 en Plasencia (Cáceres). Editada en las Actas que
publicó la Asociación de Escritores Extremeños (AEEX).
[3]Libros,
editoriales y democracia en Extremadura (Libertad de expresión). Comunicación escrita y leída
por Plácido Ramírez Carrillo en el VIII
Congreso de Escritores Extremeños, celebrado en Trujillo los días 19 y 20
de febrero del año 2000. Libros y Edición: Consumo, problemática y viento en
proa. Comunicación escrita y leída
por Cosme López García en el mismo congreso. Ambas comunicaciones
están editadas en las Actas que publicó la Asociación de Escritores
Extremeños (AEEX).
[4]Poetas del Gran Café Victoria. Antología 2. VVAA. Lusitania
Ediciones, con el patrocinio del Gran
Café Victoria de Badajoz. Septiembre de 2006.
[5]Del poema Morir en mi
pueblo. Publicado en Añoranzas,
Plácido Ramírez Carrillo. Beturia Ediciones, Colección Dávila.
Página 60. Madrid, 1991.
[6]Antonio
Machado. Soria, 1912.
[7]Antonio
Machado. Del poema El camino, Rima XXVII.
[8]Del poema Sueño del ayer.
Publicado en el libro Camino de luz,
sombra y silencio. Plácido Ramírez Carrillo. Beturia
Ediciones, Colección Dávila. Página 17. Madrid, 1994.
[9]Azules sonidos
de la Música. Antología. Manuel Pacheco Conejo. Prólogo de Manuel Pecellín Lancharro. Universitas
Editorial, Badajoz, 1982.
[10]Yo voy soñando
caminos. Famoso poema de Antonio Machado que incluyó en su libro
Cantares.
[11]Caminante no
hay camino. Famoso poema de Antonio Machado incluido en Cantares.
[12]Del poema Campos
de Soria. Antonio Machado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario