Portada del libro de relatos Todo el amor que te di -Cuentos y Recuentos, de Cosme López García. |
ANTE todo, os agradezco de corazón vuestra presencia en este acto, agradecimiento
que hago extensivo a los buenos amigos que, con su sabiduría y amabilidad, me
han ayudado a que este libro vea la luz en la plaza pública de la Literatura: a
Juan Antonio Méndez del Soto, que me
escribió un prólogo sin tapujos y tan sugerente; a Juan García Sánchez, autor de las ilustraciones que acompañan estos
cuentos, además de la portada; a Francisco
Huerto Romero, editor de Carisma
Libros que siempre confió en mi modesta y rebelde escritura, por llamarla
de alguna manera, porque no estaría bien, que yo mismo adjetive y califique el
estilo o la forma cómo escribo, es tarea que les dejo a ustedes, queridos
lectores; agradezco también, la amistad que me une a un poeta tan noble como Plácido Ramírez Carrillo, quien siempre
me acompaña; al Excmo. Ayuntamiento de
Campanario, vuestro pueblo y el mío, con la Sra. Alcaldesa a la cabeza,
María Piedraescrita, a todas las personas que trabajan en su Concejalía de Cultura, en especial a Victorina y, por último, doy las
gracias a Bartolomé Díaz Díaz, no
sólo por presentar este libro, también por su labor infatigable en todo aquello
que huela a cultura.
Todo el amor que te di –Cuentos y
Recuentos-, son dieciséis relatos, algunos
de ellos ya vieron la luz en distintas ediciones de El vuelo de la palabra que aún sigue publicando el Excmo.
Ayuntamiento de Badajoz. Y ahora están reunidos bajo este título genérico que
los engloba en un solo volumen. La idea de publicar estos cuentos y recuentos, surgió el pasado invierno, al término de uno
de los recitales poéticos que todos los jueves tienen lugar en el Gran Café Victoria de Badajoz.
El
amor, la vida y la muerte, las tres heridas de Miguel Hernández: Con tres
heridas viene / la del amor, / la de la vida, / la de la muerte. / Con tres
heridas llega / la de la muerte, / la del amor / la de la vida. / Con tres
heridas yo… / la de la vida, / la de la muerte, / la del amor…
Porque
es el amor el cordón umbilical, el nexo de unión entre la vida y la muerte. Los
personajes comparten y desbordan ese amor que entregan sin condiciones. Muchas
veces se quedan huérfanos de ese amor dado, no conocerán un nuevo amor porque
la muerte lo impide, esa muerte que está ahí, alrededor de todos, vigilando al
acecho a unos seres indefensos y que luchan por sobrevivir en una realidad
algunas veces tierna y otras absurda, pero real realidad –y valga el juego de
palabras– donde, por mucho que queramos, nunca podemos escaparnos. Personas más
o menos desgraciadas y que viajan, sueñan, enferman..., pero que sienten la
necesidad de amar aunque en ello les vaya la vida. Perdedores movidos por unos
hilos que los convierten en marionetas de trapo sobre el tapete verde esperanza
de la vida y donde comparten sus anhelos hasta consumirse. Seres humanos
sufriendo la derrota, muchos de ellos ajados en el tiempo, simples monigotes
hechos con papel de periódico, arrugados y amarillentos para después ser
arrojados a la basura. Antihéroes que con toda su dignidad y honor, mueren sin
remedio. El desfile de almas nunca en pena, pero con el dolor a cuestas en la
constante inquietud de encontrar, siquiera un trocito, de la felicidad muchas
veces arrebatada. No son leyendas urbanas, sino verdaderos cuadros sociológicos
de una sociedad convulsa y actual que entre todos estamos construyendo. Y siempre
con sentido del humor –algo avinagrado–
como dice Juan Antonio en el prólogo, –pero
humor a fin de cuentas– porque así, resulta más fácil poder digerir tanta
tristeza humana.
En
fin, ¿cuentos para adultos? Nunca me ha gustado esa absurda clasificación que
divide los cuentos en “infantiles y para adultos”, porque ¿quién nos asegura
dónde está el límite de la edad donde empezamos a ser adultos y adulterios, en el doble sentido de esta
palabra y, por otra parte, pienso que el día que dejemos al niño que todos
llevamos dentro, acabarán para siempre los sueños, las ilusiones, las
fantasías, la propia libertad y cómo no, la inocencia pura de nuestra
existencia que nos hace ser mejores personas.
Simplemente
esto. No cuento más para no privarles a ustedes del placer que, espero y deseo,
supondrá leer estas historias escritas desde un realismo mágico y
existencialista. Se las entrego a ustedes con el mismo amor que las imaginé.
Muchas
gracias.
Campanario, 22 de Agosto de 2008
© Cosme López García
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